viernes, 18 de abril de 2014

El día en que murió García Márquez

Nunca hubiera imaginado que esta semana iba ser tan luctuosa. No porque muriera Dios, que lo hace todos los años para alegría de los amantes de la Semana Santa, sino porque mi biblioteca ha perdido a uno de sus autores más admirados, del que siempre cabía esperar alguna obra mejor que la anterior o el relato, de realidad o ficción, en el que, sin importar el género, se encontraban las claves de la mejor literatura contemporánea. A una edad temprana para un genio de su talla, ayer falleció, a los 87 años, el escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez, del que ya no puedo aguardar ningún nuevo estremecimiento que me haga palidecer de envidia al leerlo y desear compartir esa facultad, que en él parecía tan espontánea, de crear belleza con el lenguaje y las palabras.

Ya no tendré nadie que me escriba, una orfandad que padecerán millones de otros lectores, subyugados por la magia de un realismo fantástico que expandía los estrechos límites de nuestra realidad hasta los fabulosos y oníricos paisajes de su memoria, aquel Macondo de su infancia del que germinó un maestro de la literatura universal y un centinela del mejor periodismo, al que enriqueció con sus crónicas y reportajes. No hay Semana Santa más triste que ésta en la que lloramos la pérdida de este colombiano que nos susurraba al oído historias que nos encandilaron y nos permitieron acercarnos a la novela y la literatura sin los miedos que nos atenazaban. En las estanterías quedarán huérfanos El olor de la guayaba, Del amor y otros demonios, El coronel no tiene quien le escriba, La increíble historia de Cándida Eréndira, Vivir para contarla, La hojarasca, sus Cien años de soledad y una narrativa completa de Seix Barral.

El día en que iba a morir, el mundo entero ya estaba de luto por  Gabriel García Márquez. Así podría arrancar la crónica de su propia muerte este narrador que mezclaba la fantasía y la realidad para crear arte juntando palabras. Seguro que, dónde quiera que se halle, estará fabulando nuevas historias que jamás podremos disfrutar. Descanse en paz.  

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