domingo, 21 de octubre de 2012

Libertad para retornar


Las ataduras nunca le impidieron volar a su antojo ni alejarse sin avisar. Buscaba una libertad que la disciplina de la familia hacía pequeña y constreñida. Sin autosuficiencia, tenía que vencer fuerzas centrífugas que tiraban de él y centrípetas que lo mantenían sujeto al hogar. La impaciencia le malogró oportunidades de escapar con antelación, pero incluso con dificultad lograba superarlas para emprender otras nuevas. Nada le fue fácil pues sus sueños nunca podían aguardar el momento propicio para materializarse. Hasta que un día lo vio claro y planificó su futuro. Consiguió remontar altura para volar hacia el destino que tanto ansiaba. Y sintió la responsabilidad de disfrutar de su propia libertad. Entonces echó de menos las preocupaciones que siempre confundía con limitaciones y empezó a regresar. Mientras más autonomía conseguía, más deseaba volver con los suyos y comprender esas ligaduras de los sentimientos que, en realidad, tanto atan. Había conquistado al fin la felicidad de saberse eslabón en la cadena humana que une a padres e hijos, enlazando generaciones sin límite en el tiempo. Su afán era, ahora, retornar.     

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