lunes, 25 de noviembre de 2019

Día imprescindible


Hay conmemoraciones festivas, pero también las hay sumamente ingratas por imprescindibles, como la de hoy: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Pocas celebraciones son tan necesarias como la que invita a reflexionar sobre las causas que aún subsisten para tratar a la mujer con desigualdad y violencia, como si fueran seres inferiores que no merecen respeto y que sólo con la correa se les obliga a obedecer… al hombre, naturalmente. Una fecha pertinente por cuanto todavía hay quien considera que predicar la igualdad en derechos de la mujer e impulsar políticas y medios para combatir y erradicar la violencia machista que se ejerce contra ellas es, simplemente, “ideología de género”, una especie de “pensamiento único” que los “progres” intentan imponer al conjunto de la sociedad. Sólo los muy cavernícolas de mollera piensan y, lo que es peor, votan eso.

No existe “ideología de género”, sino grados de civilización. Considerar al ser humano, sea hombre o mujer, depositario de iguales derechos y oportunidades en todos ellos, sin discriminación de ningún tipo, no es preceptivo de la izquierda o los progresistas, sino de todas las tendencias políticas “modernas” o civilizadas, cuyos idearios se adecúan a los avances de la humanidad. Se puede ser conservador en lo económico y hasta en la moral, pero defensor también de la dignidad y la igualdad de la mujer, en la misma medida que esa ideología ha asumido el divorcio, la emancipación de la mujer en cualquier ámbito social, laboral o económico y hasta su acceso, en igualdad de condiciones con el hombre, en el ejército y demás cuerpos armados. No es, pues, ideología, sino civilización.

Las relaciones entre el hombre y la mujer han de basarse, por tanto, en la igualdad de derechos de ambos, sin importar el sexo, y no en la sumisión o la pertenencia al hombre. Está establecida en los principios de libertad e igualdad, mediante los cuales la relación se desarrolla sobre el respeto recíproco, la voluntariedad y la cooperación para afrontar unidos una convivencia en común y de acuerdo a ideales compartidos. En esa relación civilizada no cabe la violencia ni la desigualdad. Luchar contra estas lacras del pasado, cuando la mujer carecía de alma, no podía votar o debía pedir autorización al marido para abrir una cuenta corriente y cuando la violencia machista era consustancial al matrimonio, es tarea de todos, independientemente de la ideología política de cada cual. No es cosa de “progres”, es de cualquier persona civilizada.

Por eso, porque desgraciadamente existe la violencia machista y los que piensan que el papel de la mujer es subordinado al hombre, se hace imprescindible, no sólo la conmemoración de un Día Internacional contra la Violencia sobre la Mujer, sino cuantas manifestaciones y actos públicos se puedan celebrar todos los días en defensa de su libertad, igualdad y respeto. No apoyar individual o institucionalmente estas medidas por la erradicación de la violencia contra la mujer y la desigualdad es mantener comportamientos anclados en el tiempo de las cavernas, cuando el troglodita arrastraba por los pelos a su hembra. De aquella mentalidad procede la consideración de la condición subsidiaria de la mujer respecto del hombre y la negativa a reconocerle derechos y libertades, sin discriminación de ningún tipo.

Celebremos esta fecha, 25 de noviembre, que la ONU estableció como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, como una oportunidad para reflexionar y avanzar, conjuntamente como sociedad, en el modelo de convivencia que preferimos mantener entre hombres y mujeres, aquel que nos reconoce como seres humanos que disfrutan de igualdad en derechos y oportunidades. Y para concienciarnos de que los avances civilizatorios, no las actitudes retrógradas, permiten el progreso y el beneficio para todos, mujeres y hombres, miembros de una única humanidad. También para impedir que los retrógrados nos hagan renegar de las conquistas que nos han permitido ser civilizados, justos, tolerantes y libres. Por eso son estos días conmemorativos tan importantes: nos enfrentan a problemas que socialmente aún no hemos resuelto de manera definitiva. Y porque aún se asesina a muchas mujeres por el mero hecho de serlo y estar consideradas una pertenencia material del hombre. Con más de 50 crímenes machistas cometidos este año en España, sin contar otros feminicidios, todavía hay quien cree que proteger a la mujer es innecesario por ideológico. Y tiene seguidores. ¡Cavernícolas!   

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