viernes, 9 de febrero de 2018

Un “camión” espacial privado

Cohete Falcon Heavy
La astronáutica ha dado un paso más, tal vez decisivo, para transportar cargas al espacio sin tener que depender de las agencias oficiales nacionales (NASA, ESA, Ruscosmos, etc.) que, hasta ahora, monopolizaban el negocio del lanzamiento de cohetes. Un nuevo proveedor de estos servicios, la compañía privada estadounidense Space X, perteneciente al magnate Elon Musk –fabricante de los coches eléctricos Tesla-, ha lanzado con éxito hace poco días, desde Cabo Cañaveral, un cohete capaz de transportar 64 toneladas de carga al espacio, a un precio sensiblemente inferior que la competencia. Se trata del cohete Falcon Heavy, el lanzador más potente disponible en la actualidad, en cuyo desarrollo se han invertido unos 500 millones de dólares, y que representa, a pesar de sus limitaciones, un avance importante en el empeño de esta firma por construir un cohete aún más potente, el gigante BFR (Big Falcon Rocket), pensado para elevar al espacio entre 100 y 140 toneladas de carga en órbita baja. Para hacernos una idea, este futuro cohete sería aún más potente que el legendario Saturno V, que llevó el hombre a la Luna.

Starman "circulando" por el espacio.
El ensayo exitoso del Falcon Heavy tiene, no obstante, una finalidad más propagandística que comercial (sí es que ello puede desligarse), subrayada por el hecho de llevar en sus bodegas y dejar flotando en el espacio un modelo del descapotable Tesla Roadster, de la firma de Musk, con un maniquí enfundado en traje espacial, bautizado como Starman, que deja boquiabiertos a cuantos terrícolas y potenciales extraterrestres puedan contemplarlo. Y es que, de esta forma tan espectacular, la agencia privada Space X ha querido demostrar su intención y capacidad para hacer realidad el proyecto del BFR, cosa que hasta hace dos días se ponía en entredicho.

Impulsores laterales aterrizando
Además, este lanzamiento ha certificado la viabilidad de recuperar y reutilizar los impulsores que se utilizan durante la primera etapa del cohete. Tras el despegue, los dos impulsores laterales del Falcon Heavy se separaron y regresaron a la base de lanzamiento, aterrizando suavemente en dos plataformas al efecto de Cabo Cañaveral. Todo un alarde de tecnología y de credibilidad, a pesar de que el impulsor central, que también debía regresar y aterrizar sobre una barcaza, no logró encender dos de sus tres motores y se estrelló en el mar. Estos tres impulsores de la primera etapa del cohete contenían, en su conjunto, nada menos que 27 motores, que se encendieron sincronizadamente y ofrecieron un impresionante empuje al vehículo, convirtiéndolo en el más potente del mundo, actualmente, por su capacidad de carga. 

Por todo ello, no cabe duda de que el negocio astronáutico cuenta con un nuevo “camión” privado para transportar cualquier carga al espacio y entablar, así una dura competencia con las agencias nacionales. Ahí estará Starman, orbitando alrededor del mundo durante años, para recordárnoslo de manera atrevida, pero simpática.

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