miércoles, 1 de julio de 2015

La España de la porra

Hoy España es menos libre que ayer, hoy España disfruta de menos derechos que ayer, hoy España está más cerca de ser un estado policial que de un país plenamente democrático. Hoy es un día desgraciado para las libertades en España porque el Gobierno está empeñado en “reconducir” y limitar derechos y libertades reconocidos por la Constitución. Hoy España está amordazada y se le impide expresar o manifestar su protesta. Hoy ha entrado en vigor la nueva Ley de (in)Seguridad Ciudadana, aprobada en solitario por el Partido Popular, con el rechazo de todos los partidos de la oposición y hasta con la opinión en contra de la ONU, que ha urgido al Gobierno a retirar la ley.

Hoy, primer día de julio, amanece la España de la porra, de esa porra contundente con la que la policía te invita disolverte y a tragarte tus protestas (como siempre), dejándote el cuerpo lleno de cardenales, pero con una multa cuantiosa por creerte a pie juntillas la Constitución y sin poder demostrar abusos de autoridad o fuerza porque, desde hoy, estará prohibido tomar fotos o grabar imágenes de las actuaciones policiales. Hoy te pueden abofetear, pisotear y aporrear (como siempre) sin que puedas denunciar con pruebas tales excesos si acudes a impedir un desahucio o hacer un escrache frente a la vivienda de un pez gordo (económico o político). Hoy ya es “legal” expulsar inmigrantes “en caliente” en la frontera, sin que en ningún caso, ni con los inmigrantes ni con los nacionales que osan manifestarse, intervenga ningún juez a hacer valer supuestos derechos castrados por la mordaza de la policía. Hoy España retrocede al autoritarismo del gusto de quienes prefieren menos libertades pero más seguridad… para sus asuntos. Hoy el estado policial dispone de un nuevo instrumento para intimidar al ciudadano, a ese al que supuestamente se le quiere garantizar la seguridad. Y desde hoy los ciudadanos tenemos una razón más a tener en cuenta a la hora de votar a quienes limitan derechos, ponen trabas a la libertad, criminalizan las manifestaciones de protesta y nos instalan en la España de la porra.

Hoy España se sumerge en el miedo a la libertad de información al estar prohibido publicar imágenes de cargas policiales, informar sobre convocatorias de protestas que no estén autorizadas, hacerse eco de filtraciones informáticas o consultar páginas webs cuyo contenido es considerado por la policía como terrorista. Hoy España no puede ejercer la libertad de expresión y manifestación porque serán multados los tuits de mal gusto u ofensivos, mofarse del rey, escalar edificios o monumentos como suele hacer Greenpeace, rodear el Parlamento u otras instituciones para expresar tu disconformidad con alguna medida o hacer protestas cibernéticas que puedan ser tachadas de terrorismo.

Hoy España tilda de delito la libre expresión y manifestación porque hasta la simple sentada de resistencia pacífica es objeto de represión, castigo y multa. Hasta fumar un porro o llevarlo encima es causa suficiente para que la policía intervenga y te imponga una sanción administrativa, sin que seas traficante ni drogadicto. Incluso hacer “botellón” podrá disponerte a recibir el mensaje de la porra y tentetieso, sin que la justicia ni los jueces dictaminen las faltas o los delitos en los que hayas podido incurrir. Hoy España vuelve a las “andadas” autoritarias, a los tiempos retrógrados en que el temor, y no la libertad, determinaba las conductas. Hoy España, si por este Gobierno fuera, retornaría a la época “gris” donde todo era blanco o negro, sin color y sin los matices de la diversidad, la diferencia y la pluralidad, asumidos desde el respeto y la libertad. Hoy España es otra, no mejor ni más segura, mucho menos para los ciudadanos, sino para las élites. La “seguridad” que persigue la nueva ley contra los ciudadanos es semejante a aquella “paz” de los cementerios de la época franquista. La paz y seguridad que gustan al poder, impidiendo cualquier protesta, cualquier manifestación en contra. Hoy España atenta contra la libertad y los derechos de sus ciudadanos. Desde hoy vivimos en la España de la porra.

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