lunes, 26 de septiembre de 2011

Vivir es pensar

Estar vivo es pensar, estar pensando lo que incluso no somos capaces de recordar hasta que, en un momento de lucidez, el pensamiento se hace consciente y nos permite ser conscientes de nuestra propia existencia. Nuestros pensamientos exploran el mundo y nuestro interior. Recuperan experiencias y le dan vueltas a los problemas que nos agobian. Pensamos despiertos y dormidos. A veces, en medio de la noche nos despertamos con la angustia de que el pensamiento, como los sueños, se escapan, sumiéndonos en una sensación de orfandad y vacío, como si estuviéramos muertos. Dormir es, cuando acontece sin el rastro del sueño, morir y, en realidad, sospechamos que morimos fugazmente cada noche hasta que nos despierta y rescata el terror al aniquilamiento definitivo. Entonces escuchamos nuestros latidos y sentimos la respiración del miedo a la nada, a la mente inactiva. La oscuridad se puebla de pensamientos para darnos consuelo. Recuperamos la confianza en la vida mediante el pensamiento, que es el arrullo orgánico de lo vivo. Dormir pensando es soñar, pensar despierto es vivir.

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