Un noble salón blanco abarrotado de viejos lienzos de ilustres personajes recibía a los invitados. En el estrado, unos sillones corredizos en los que se aposentarían los académicos con sus medallas y trajes oscuros rodeaban a las sobrias mesas de madera de la presidencia y los conferenciantes. Un atrio con cortinales presidía la estancia con la solemnidad majestuosa de pesadas costumbres. Todo estaba tapizado del color de la sangre, hasta las banquetas destinadas al público, en correspondencia a la profesión de todos los miembros de la institución. Era la Real Academia de Medicina de Sevilla, que organizaba un ciclo de conferencias sobre “Medicina y medios de comunicación”. Sólo el conocimiento que atesoraban aquellas canosas cabezas era superior a la suma de sus edades, añejos y elegantes representantes de todas las especialidades de la medicina sevillana.
D. Alvaro Ybarra Pacheco, director del diario ABC de Sevilla, intervino como moderador impartiendo una lección magistral sobre la especialización en el periodismo. Señaló que el periodismo de salud es una apuesta de los medios ante la demanda de una audiencia preocupada, no sólo por la información de nuevas enfermedades, sino por todo aquello que puede mejorar la calidad de vida. Y precisó tres áreas que circunscriben este tipo de periodismo: 1) la político-sanitaria, que aborda la problemática sanitaria, las listas de espera, las normas gubernamentales, etc. 2) la divulgación científico-médica, que incluye los temas de nuevas enfermedades, tratamientos, descubrimientos científicos, etc., y 3) la periodística, que afecta a los sucesos puntuales de índole sanitaria, contenidos de servicio público y otros. E insistió que este tipo de periodismo requiere de la especialización del periodista (sin necesidad de ser médico) para dominar los códigos técnicos de las ciencias biomédicas. Apuntó que se producen excesos por la escasa formación de los periodistas y la poca calidad de las fuentes, además del riesgo al sensacionalismo, la creación de falsas expectativas, el tecnicismo, la confianza en las fuentes y el poco contraste de las mismas. Y aunque en los últimos años ha mejorado la información y los contenidos, la tendencia de los medios es la de preferir profesionales generalistas que les sirvan para todo y, en su caso, recurrir al colaborador externo (experto) para que traslade en un lenguaje sencillo esta información científica.
D. Fernando González Urbaneja, periodista y escritor, explicó que medicina y periodismo se prestan al maridaje porque la medicina, además de ser una ciencia nuclear, también es transversal: sirve para explicar casi cualquier tema. Genera interés informativo y es el guión de la ficción (House, Urgencias, etc,). A la medicina le interesa no dar la espalda a los medios, y mucho menos a la TV, por su gran capacidad para concienciar y marcar pautas saludables de conducta. Señaló que la salud y el envejecimiento preocupan sobremanera a los ciudadanos, hasta el extremo de que la medicina se ha convertido en el sector que más incide en el PIB (18%) de los países avanzados. Cada 9 días hay que aprender algo nuevo en la innovación médica. Pero los periodistas han de guiarse por la “lex artis” a la hora de elaborar la información científica y actuar con diligencia, rectificar errores y gestionar las fuentes, dado que es frecuente en el periodismo “contar lo que ocurre antes de que acabe de ocurrir”. Hay que respetar el derecho a la privacidad del enfermo, evitar la presión de la industria de la salud, la información interesada y las falsas expectativas.
D. Antonio Alarcó Hernández, médico y doctor en Ciencias de la Información, insistió en que medicina y periodismo están tan unidos porque comparten raíces comunes: el humanismo. Señaló que el 80 % del periodismo científico es periodismo bioético (médico, farmacológico, etc.) y éste tiene una gran importancia en la vida cotidiana porque explica y divulga lo que la ciencia descubre y sirve, entre otras cosas, para combatir las desigualdades, la pobreza, las calamidades, etc. Se trata de un campo donde los conocimientos se duplican cada 5 años y en el que debe instalarse lo que denominó la 5ª libertad: libre circulación de conocimientos.
Los medios son el único modo de que el 80 % de la población se nutra de noticias biomédicas, por lo que no existe buena sanidad sin medios de comunicación. No es una información graciable, sino una necesidad objetiva del sistema sanitario, pero hay que divulgar, no vulgarizar, distinguiendo entre información y propaganda. Además, los medios deben desenmascarar la pseudociencia y el fraude científico.
D. Gonzalo Casino Rubio, periodista y médico, redactor de El País, habló de “más comunicación y menos periodismo”. Dijo que la información especializada es tardía en España y surge ante el interés por el síndrome tóxico y la aparición del sida, hace cerca de 30 años. En la actualidad, el periodista especializado se ha convertido en un intermediario de los “press release”, lo que provoca una distorsión de los mensajes debido a que los comunicados de prensa ofrecen una información exagerada e interesada, ofrecen estadísticas de prevalencia infladas, provocan la medicalización al convertir en enfermedades usos cotidianos y promover la enfermedad y, en definitiva, no darse cuenta de que la información biomédica llega a ser propaganda gratuita. Ante ello, el conferenciante preconiza que el periodista debe asumir implicaciones éticas y defender los intereses del público, gestionar su independencia y distinguir entre comunicación y periodismo. Según una cita de Richard Smith: “los medios deberían contextualizar los estudios, explicar las dificultades de las informaciones y ayudar a la gente a ser consumidores exigentes de noticias”.
El coloquio final fue extenso en el que destacó una reflexión de González Urbaneja acerca de que el periodista científico no está a la altura de sus fuentes y no puede rebatirlas, no las discute, como lo hace un especialista político o de deportes. No gestiona la información y se limita a transmitirla.
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