miércoles, 27 de febrero de 2019

Venezuela y la información

Juan Guaidó, presidente encargado.

Venezuela está presente, desde hace unos años, en la agenda mediática, es objeto de una sobreexposición que la lleva a ocupar diariamente los titulares informativos, en los que las palabras libertad, democracia y crisis humanitaria resumen una situación que dista mucho de abarcar toda la realidad del país sudamericano. Sin embargo, la inmensa mayoría de los consumidores de esa información llega al convencimiento de que en Venezuela la democracia ha sido traicionada por el Gobierno de Nicolás Maduro y que el desabastecimiento y las carencias, en un país paradójicamente rico, empujan a la población a las garras de la pobreza, razones que sirven para justificar la intervención en socorro de los venezolanos y en defensa de la democracia por parte de la "comunidad internacional". Se produce, así, una respuesta internacional que, en las últimas fechas, se ha visto reforzada con la intervención de EE UU, el todopoderoso vecino del norte que, por iniciativa de la Administración Trump, ha decido poner “fecha de caducidad” a la situación y exigir el abandono del poder por parte del actual presidente del Gobierno bolivariano. Y lo hace, para meter presión, recurriendo al envío de una ayuda humanitaria que ni ha sido solicitada ni cuenta con permiso aduanero para entrar en el país, lo que ha desencadenado en los pasos fronterizos con Colombia, fundamentalmente, un enfrentamiento, entre civiles que pretendían introducir esa ayuda al país y agentes del orden y del ejército que trataban de impedirlo, que ha causado cinco muertos y cientos de heridos. ¿Es esta toda la verdad?

La historia de los conflictos en América Latina es tan extensa como el propio relato histórico de unas naciones que, desde los tiempos del descubrimiento, conquista y colonización, han sido objeto de explotación y dependencia del imperio de turno para saquear sus riquezas naturales, abundantes en el continente americano. España, Portugal, Inglaterra, Holanda, hasta llegar a los actuales Estados Unidos, han sido, entre otras, las potencias extranjeras que, a lo largo de la historia, han colonizado y subordinado la existencia de los países latinoamericanos al proceso de expansión de un capitalismo comercial que convertía a cada uno de ellos en una factoría que enriquecía al colonizador y empobrecía al colonizado. Y no por maldad, sino porque así actúa el sistema capitalista, cuyo funcionamiento descansa necesariamente en la desigualdad, ya que para que haya unos pocos ricos han de haber muchos pobres. Y desde el saqueo inicial se ha evolucionado hacia el agiotismo económico que, mediante transacciones bursátiles, reglas comerciales y leyes internacionales, continúa exprimiendo aquellos países, sobre todo si disponen de riquezas y bienes naturales, como el petróleo, en beneficio de los imperios dominantes de cada época.

Caricatura sobre la dominación
Nunca han dejado de estar presentes empresas multinacionales foráneas que acaparan minerales, frutos agrícolas, recursos marinos, productos manufacturados o vías estratégicas, bien como propietarios, bien a través de concesiones otorgadas por gobiernos auspiciados por ellas, comportándose, en la práctica, como auténticas latifundistas del continente y cuyos nombres acompañan las peripecias políticas de la región, como la United Fruit Co., la Standard Oil de Nueva Jersey, la US Steel o la Shell, entre otras. Una historia de mercaderes, banqueros, embajadores, ingenieros o presidentes de empresas, cuando no marines, boinas verdes o dictadores telemanejados desde la metrópolis, que ha contribuido a la apropiación de los recursos, la vida y el destino de la mayoría de los pueblos de Sudamérica, merced a esa piratería capitalista basada en la doctrina liberal que tiene como expresión ideológica la articulación de los mercados a escala global. En definitiva, formas de colonización que han sido descritas de forma admirable por Eduardo Galeano en su obra Las venas abiertas de América Latina, imprescindible para comprender el pasado de maltrato y dominación que alimenta y explica un presente todavía incierto y convulso. Como el que vive actualmente Venezuela.

Sobre ese bello país sudamericano de más de 30 millones de habitantes, que asoma al Mar Caribe y linda con Colombia, Brasil y Guyana, se abate una sorda lucha geoestratégica que utiliza la democracia y la crisis humanitaria como excusas para doblegar a un régimen herético, pero democrático, que cuestiona la dependencia colonial del poder a través de la economía. Siguiendo el paradigma de las naciones del subcontinente, que transitaron desde el descubrimiento y la colonización hacia la independencia, pasando por dictaduras, caudillismos, golpes de Estado y, finalmente, la democracia, en Venezuela gobierna, desde que Hugo Chávez accedió al poder hace más de veinte años, un régimen socialista que lucha por desvincularse de las ataduras de ese imperialismo económico que asegura el éxito de la “norteamericanización” del mundo capitalista. Y mientras el petróleo con precios elevados lo permitía, la revolución bolivariana de Chávez y sus nacionalizaciones de sectores estratégicos de la economía, sus reformas sociales y sus ayudas a movimientos izquierdistas vecinales resistieron los intentos de aplastamiento de la todopoderosa bota de la superpotencia del norte, que considera a los países del sur como su patio trasero particular, el cual arregla según su gusto e intereses.

Juan Guaidó y Nicolás Maduro
Es cierto, no obstante, que Venezuela sufre una crisis política y económica, además de un grave problema de abastecimiento y escasez de alimentos y medicinas. Pero su democracia, alcanzada desde 1958 (mucho antes que España) y susceptible de mejoras como todas, es tan fiable como cualquiera de Occidente, en la que las elecciones libres, la separación de poderes y la libertad de expresión constituyen reglas indispensables de calidad democrática. Las críticas a la misma se realizan sin ningún soporte jurídico internacional y obviando la ampliación de derechos que ha supuesto. También es verdad que existe un elevado grado de frustración social debido a la escasez de alimentos, la hiperinflación, la corrupción, la mala gestión, el paro y la agitación política, problemas arcaicos acrecentados conforme mermaban los ingresos procedentes del petróleo, la mayor fuente de riqueza del país, y arreciaban los efectos del bloqueo financiero y el asedio político/económico internacional generados a causa de la deuda externa y el sesgo ideológico del gobierno bolivariano. Aún así, la revolución de Hugo Chávez ha tenido más suerte que la Fidel Castro en Cuba, gracias al petróleo, el principal combustible del mundo contemporáneo, del que Venezuela dispone de una de las mayores reservas del mundo. Suerte hasta hoy.

Porque, aunque en Venezuela no existe una dictadura, como no la hay en los EE UU de Trump, ni en la Hungría de Orbán o la Rusia de Putin, cala el mensaje de quienes han decidido, dentro y fuera del país, que allí reina una dictadura, a pesar de que se han celebrado más de dos decenas de elecciones bajo los gobiernos de Chávez y Nicolás Maduro. Con tendencia al populismo y a cierto autoritarismo, son gobiernos democráticos de una república federal, sujetos a reglas electorales y sufragio universal, que han posibilitado la redacción de una nueva Constitución y la implementación de profundas reformas sociales para reducir la pobreza, potenciar la educación y las tasas de alfabetización de la población, con gratuidad desde la guardería hasta la universidad, fomentar el acceso a la salud también de forma gratuita, con medias de médico por habitante más elevadas de la región, incrementar la inversión en infraestructuras públicas y facilitar el empleo y la cultura, entre otras iniciativas.

Ayuda humanitaria a Venezuela
La derecha venezolana, que no logra la alternancia en el poder pero controla la Asamblea Nacional, despojada de sus competencias por el Tribunal Supremo tras disputas e injerencias mutuas con el Ejecutivo, reconoce a regañadientes la Constitución y minusvalora los logros gubernamentales en materia de derechos políticos, sociales, económicos y culturales. Exige el adelanto de elecciones, incluidas las presidenciales, la liberalización de los presos políticos y autorizar la entrada de ayuda humanitaria al país. El objetivo último, aunque se define como moderada, es restablecer un proyecto neoliberal acorde con los intereses de las oligarquías y el capital transnacional. E insiste en la existencia de una dictadura, que nos hace pensar en Arabia Saudí antes que en Venezuela, del mismo modo que Bush aseguraba la tenencia de armas de destrucción masiva por parte de Irak para justificar una guerra e invadir el país: tergiversando la realidad y fabricando mentiras por motivos que no se confiesan.              

Tampoco existe una crisis humanitaria, como las que desgraciadamente padecen Haití, Sudán del Sur o Etiopía, en los que la comunidad internacional no interviene con envío de ayuda en magnitud y celeridad con que lo hace en el “caso” de Venezuela. Ello no obvia la existencia problemas de escasez, desabastecimiento y zozobra social que en modo alguno pueden equipararse a una crisis humanitaria por hambruna o guerra, como reconoce en un informe Alfred de Zayas, experto de Naciones Unidas para la Promoción de un Orden Internacional Democrático y Equitativo. Existen graves problemas derivados de las sanciones económicas y el bloqueo financiero internacional que no sólo dificultan su solución, sino que empeoran el contrabando de medicinas y alimentos subvencionados en la frontera con Colombia.

Guaidó junto al vicepresidente norteamericano Pence
Es sintomático que haya sido EE UU el primer país en auspiciar y reconocer a Juan Guaidó -electo presidente de la Asamblea Nacional por el mismo órgano electoral que eligió a Maduro  y miembro del partido opositor Voluntad Popular-, como autoproclamado “presidente encargado” de Venezuela por considerar ilegítimo a Nicolás Maduro. Maduro, sucesor de Chávez, había resultado ganador de las últimas elecciones presidenciales, celebradas hace menos de dos años, que fueron boicoteadas por la mayor parte de la oposición y castigadas con un alto porcentaje de abstención. Es sintomático ese apoyo inmediato de EE UU porque Washington intenta recuperar la primacía perdida, no sólo en Venezuela, sino en el resto del continente, por la competencia que hacen China y Rusia en la región y en la geopolítica internacional.

Tras una década de gobiernos izquierdistas de carácter antiimperialista y emancipadores en América Latina, que siguieron el ejemplo del chavismo para abordar un cambio radical del estatus económico y político imperante históricamente, parece llegada la hora de “arreglar” este patio trasero de USA. Hora de frenar las aspiraciones soberanistas de Venezuela, sus desafíos a la hegemonía del dólar y su apuesta por un mundo multipolar mediante el control indirecto del país, la liquidación de la revolución bolivariana y el desalojo del actual equipo gubernamental izquierdista que Maduro preside. Y para ello basta con una formidable campaña mediática que haga hincapié en supuestos desafíos a la democracia y una crisis humanitaria existentes en Venezuela. Y como si fuera un llamamiento urgente de Cruz Roja, todo el mundo, que tiene algo que ganar y mucho que perder si desobedece la estrategia hegemónica norteamericana, responde con seguidismo a la “voz de su amo”. Esta parte de la verdad se guardan mucho de contárnosla.    

Actualización (8/3/2019):
La otra parte de la "verdad" la revela en parte este artículo.

viernes, 22 de febrero de 2019

Antonio Machado: 80 años en la memoria


Hoy, 22 de febrero, se cumplen 80 años de la muerte de Antonio Machado en Colliure (Francia), adonde tuvo que exiliarse huyendo del odio y la muerte que una de esas dos España siente por la otra. Y desde ese exilio frío y triste, en el que le aguardaba la muerte, escribió un verso nostálgico sobre su niñez en Sevilla: Estos días azules. Este sol de la infancia. Estaba garabateado en un trozo de papel hallado en el bolsillo de su gabán. Desde entonces, hace 80 años que la memoria no deja de añorar esos días azules de sol luminoso que se han nublado para siempre en el poeta.   



Estos días azules y este sol de la infancia,
este camino que sigo, que nunca acaba,
que me lleva a todos esos lugares que me nombran
y abrazo, yo también, con la memoria de los versos
imborrables.

Elvira Sastre
Una de las autoras del libro homenaje a la memoria de Antonio Machado, Estos días azules y este sol de la infancia. Poemas para Antonio Machado. Colección Visor de Poesía. Madrid, 2018.

jueves, 21 de febrero de 2019

MESES DE TABARRA

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

El Gobierno socialista, formado por Pedro Sánchez en junio de 2018 tras ganar la moción de censura contra Mariano Rajoy, no ha podido agotar la legislatura, acuciado por su debilidad parlamentaria de sólo 84 diputados en un Congreso de 350 escaños y la falta de apoyos por parte de los independentistas catalanes a su ley de Presupuestos, y ha convocado elecciones generales para el próximo 28 de abril. Un mes después, el 26 de mayo, se celebrarán comicios municipales, autonómicos (en la mayoría de las comunidades) y europeos, lo que nos aboca, hasta entonces, a más de tres meses de inmisericorde tabarra electoral, sumamente perniciosa para la salud mental de los ciudadanos.

No hay que ser ningún nigromante para predecir una campaña abrupta y encarnizada de unos partidos que se dedicarán, como ya han comenzado, a bombardearnos la cabeza con proclamas propagandísticas en las que el Apocalipsis sería un mal menor comparado con lo que sucedería en España si ganaran los adversarios. Y tal batalla de todos contra todos para atraer el voto no sólo será intensa sino extensa y plagada de advertencias, promesas, acusaciones, mentiras, conminaciones, exageraciones, descalificaciones, objetivos irrealizables, insidias, manipulaciones interesadas, adulaciones y toda clase de artimañas, falsedades y medias verdades de las que se vale cualquier charlatán para engatusar a sus clientes y convencerlos de que les ofrece lo mejor del mercado. Una técnica de “marketing” que, en el ámbito de la política, se multiplica a la enésima potencia y, en esta ocasión en particular, se alarga más de tres meses, convirtiendo este período electoral en una tortura insoportable que saturará la capacidad de asimilación de información del electorado y la comprensión crítica de lo que, en verdad, nos estamos jugamos.

Para empezar, el dilema de enfrentamiento que plantean algunas formaciones políticas descansa entre constitucionalistas y no constitucionalistas, para enseguida arrogarse la defensa de la Constitución (antiguamente, salvadores de la patria) frente a las supuestas “traiciones” y deslealtades del contrincante a abatir, el PSOE que gobierna "ilegítimamente, por intentar dialogar con quienes persiguen la independencia de Cataluña. Es curioso que en el bando “constitucionalista”, famoso por aquella fotografía que los reunió en la concentración de la plaza de Colón de Madrid, figure en pie de igualdad Vox, el partido de extrema derecha sin presencia institucional, hasta la fecha, que aspira a derogar parte de la arquitectura legal y de derechos que se consagró gracias a esa misma Constitución que los fotografiados se apropian. Que otro partido, el Partido Popular dirigido por Pablo Casado, tenga como tutor y referente ideológico al expresidente José María Aznar, que estuvo en contra y no votó la Constitución. Y que el tercero en discordia, Ciudadanos, sea una formación nacida en Cataluña que unas veces es centrista, anteriormente socialdemócrata y ahora conservadora radical, dispuesta siempre a coaligarse, según convenga, con los socialistas o con la derecha, pero que para estas elecciones asegura y promete no gobernar con los socialistas, pero sí con Vox, como hace en Andalucía de la mano del PP.

Los socialistas, por su parte, afirman representar la España que queremos, sin especificar cuál es ese país que ansiamos y no hemos conseguido después de décadas de democracia, libertad, Estado de derecho, formar de parte de la Unión Europea y disfrutar de un Estado de bienestar que hemos impedido demoler. Ignoran sus trifulcas internas y las diferencias de opinión de sus baronías respecto a la estructura territorial y competencias autonómicas, pero aseguran conocer la España que nos conviene y que en verdad queremos. El pecado del PSOE, según el frente “trifálico” de las derechas, es acceder al gobierno y haber desalojado al PP, condenado judicialmente por corrupción, mediante una moción de censura, siendo una minoría parlamentaria que se apoyó en los votos de las formaciones nacionalistas, comunistas e independentistas con presencia en el Congreso de los Diputados. Y desde esa posición de debilidad, intentar encauzar el conflicto catalán por vía del diálogo para atraer a los independentistas hacia un pragmatismo respetuoso con la legalidad, aunque para ello tuviera que tensar unas negociaciones hasta que finalmente se rompieron, dando lugar a la convocatoria de elecciones anticipadas.

Tampoco se le perdona ese afán por revertir algunas leyes del anterior Ejecutivo para conseguir una redistribución más equitativa de la riqueza y de la recuperación económica, impulsando una subida espectacular del salario mínimo interprofesional, la “descongelación” de las pensiones y del salario de los funcionarios, la recuperación de la sanidad universal y la derogación parcial de la Ley Laboral de Rajoy para recuperar los convenios sectoriales en la negociación colectiva, entre otras medidas. En contra, tras unos escasos ocho meses de mandato, no han tenido tiempo para implementar con éxito otras iniciativas que se han quedado pendientes, como la reforma de la Ley de Educación, la modificación de la del voto rogado, la derogación de la Reforma Laboral y la ley Mordaza, despenalizar en determinados supuestos la eutanasia y exhumar los restos del dictador Franco del monumento del Valle de los Caídos. Para colmo, deja un reguero de anécdotas y “escándalos” que les serán recordados machaconamente durante toda esta campaña: el supuesto plagio en la tesis doctoral del presidente, las dimisiones de Máxim Huerta y Carmen Montón y hasta la autorización de desembarco en Valencia de los inmigrantes rescatados por el Aquarius en el Mediterráneo central. En conjunto, demasiadas ofensas y “felonías” para quienes presumen de defender la unidad de España con la aplicación “indefinida y con toda la extensión precisa” del artículo 155 (suspender una autonomía), la identidad cultural de los españoles (volver a las viejas costumbres centralistas y antifeministas, expulsión de inmigrantes) y el “rigor” en materia económica (bajada de impuestos, exención del de sucesiones y donaciones, y volver a la austeridad y los recortes en el gasto público).

Sin embargo, lo que está en juego en este largo proceso electoral es el futuro del país, el modelo de convivencia de una nación plural, mestiza y diversa en la que caben todos los españoles sin importar donde vivan y sin necesidad de recurrir a una confrontación estéril de “patriotismos” histéricos entre nacionalismos periféricos y un nacionalismo español, como si fueran excluyentes y no se pudieran sentir conjuntamente. Pero, fundamentalmente, más allá del independentismo catalán que presumiblemente centrará la campaña, y que no es el mayor problema que afecta a España pues se halla controlado, aunque no resuelto, por mecanismos políticos y judiciales, lo que se dirime en las próximas elecciones son los problemas concretos que preocupan a los ciudadanos y la forma en que serán abordados por quienes compiten a cara de perro en estas elecciones, dándonos la tabarra.

Aunque pretenderán distraernos con el “ruido” independentista, serán el trabajo y la falta de estabilidad y precariedad salarial que lo caracteriza; las pensiones sobre las que esos partidos son incapaces de ponerse de acuerdo para garantizar su sostenibilidad en el futuro; la calidad del sistema educativo y su capacidad para promover la igualdad de oportunidades y la mejora del porvenir de nuestros hijos; una sanidad que nos atienda sin merma cuando enfermamos; una justicia y una seguridad que no sólo esté al alcance de quienes puedan costeárselas; un derecho a la vivienda que no esté hipotecado a las leyes del mercado; unas ayudas a la dependencia, al desempleo, a las guarderías, a la maternidad, a las becas, a la investigación, a la cultura y a los desfavorecidos que no dependan del color del gobierno de turno ni de la coyuntura económica; una política fiscal, económica y financiera al servicio de las necesidades de los ciudadanos, no de los especuladores y acaudalados; la solidaridad, la cooperación, la paz, la justicia, la equidad y la libertad como guías que orienten la actuación entre nosotros y ante el mundo; esas son las auténticas cuestiones que deberían afrontarse en estas elecciones y sobre las que deberían ofrecernos alternativas de solución todos los partidos contendientes.

Pero si sólo se limitan a confrontar, discutir, descalificar, insultar y provocar mediante el conflicto independentista catalán, nos estarán dando la tabarra para engañarnos, tomarnos el pelo y usar nuestro voto como componenda partidaria e interés partidista. Por eso, me temo que nos aguardan unos meses insufribles para el ciudadano elector que confía en ser tratado como mayor de edad y recibir propuestas electorales que no ofendan su inteligencia ni amarguen su existencia. ¿Será mucho pedir?   

martes, 19 de febrero de 2019

Oumuamua y vida extraterrestre



Desde que, en 2017, se detectara el asteroide Oumuamua, con forma de pepino de 800 metros de largo y 80 de ancho, atravesando el Sistema Solar a gran velocidad y siguiendo una trayectoria poco habitual, no deja de especularse con la posibilidad de vida extraterrestre y de que, en realidad, lo que nos visita sea una nave alienígena que se adentra en nuestro espacio estelar. No cabe duda que se trata de una exageración, más fruto de la imaginación que del rigor científico, aunque hayan sido dos astrónomos de Harvard, entre ellos Avi Loeb, los que han alimentado tales elucubraciones al plantear en un artículo que el extraño comportamiento del asteroide podría deberse a que fuera una nave o sonda enviada por una civilización extraterrestre.

Esas y otras conjeturas obedecen, en realidad, a la dificultad de hallar una explicación coherente tanto por lo que respecta a la enorme velocidad con que se traslada el asteroide -demasiado rápido para ser simplemente atraído por el Sol- como por la órbita que describe, hiperbólica en vez de elíptica o circular, como los demás cometas y cuerpos celestes, que se mueven influenciados por la gravedad. Y ante el desconocimiento para hallar respuestas racionales, nos entregamos a la fantasía para satisfacer nuestra ignorancia.

Sólo así se puede especular que ese pedazo de roca, el primer asteroide interestelar conocido, es decir, el primer objeto procedente de otro sistema solar que se adentra en el nuestro, podría estar propulsado “inteligentemente”, sin verse alterado por la atracción gravitacional. Y que su órbita sea tan poco usual y cambie de trayectoria conforme se acerca al sol. Demasiadas incógnitas que llevan a las mentes más calenturientas a pensar en hipótesis alienígenas que cubren las lagunas de la ciencia, máxime si existen precedentes en la ficción de naves que proceden del espacio profundo y transitan por nuestro sistema solar, ignorándonos o sin detectarnos como planeta que alberga vida, para seguir su camino cual si tal cosa, como novela Arthiur C. Clarke en su obra Cita con Rama.

Tanta especulación y sorpresa denotan, por lo demás, cierta soberbia en la sabiduría humana que se extraña ante hechos que ignora -como la forma, composición, órbita, velocidad y procedencia de los asteroides interestelares- y que no encajan en los parámetros físicos y racionales establecidos. Es así cómo Oumuamua pone en cuestión la idea preconcebida sobre la formación y características de unos objetos cósmicos que creíamos conocer, y las fuerzas y vicisitudes que los empujan a viajar durante millones de años a través del espacio. La vida inteligente extraterrestre y Dios son, desde nuestra ignorancia, explicaciones que ayudan a soportar nuestra incapacidad de conocer y comprender la realidad de un Universo que supera nuestras entendederas intelectuales. Rellenan el vacío de lo mucho que nos falta por conocer.

No es que creamos, no obstante, que el hombre es la única criatura viva e inteligente que habita el Universo. Dado el número casi infinito de estrellas, las probabilidades que un porcentaje de ellas albergue un planeta con condiciones para la vida semejante al nuestro son innegables y estimables. De hecho, ya se han hallado moléculas orgánicas en cometas, y en planetas y lunas de nuestro Sistema Solar. Pero, como reconoce el director científico de la Agencia Espacial Europea, Günther Hasinger, en una reciente entrevista, no es que no exista vida en otros mundos, sino que es difícil descubrirla. Y que, por supuesto, si existe vida inteligente ahí fuera, está tan lejos que no hay posibilidad de comunicarse con ella. Ni ella con nosotros, cabría añadir.

Esta imposibilidad e incapacidad de abarcar con nuestro conocimiento y tecnología la totalidad del Universo es lo que nos hace creer que cualquier nuevo hallazgo puede representar la respuesta a las sospechas de que otra civilización, muchísimo más avanzada que la nuestra, podría conseguir lo que nosotros aún no podemos: viajar por los confines del espacio y descubrir vida inteligente. Y Oumuamua, con su novedosa y extraña presencia, nos invita a soñar con unos viajes que, a escala humana, nos están vedados. La próxima vez será.      

sábado, 16 de febrero de 2019

Se respira Carnaval


Ya huele a Carnaval, se habla del Carnaval y se prepara la gente para celebrar y disfrutar del Carnaval. Una fiesta popular para la desinhibición y los disfraces que precede la llegada de la Cuaresma, ese período religioso que prohíbe e inhibe los “excesos” de la carne, también en la alimentación. Frente a las limitaciones que vendrán, el Carnaval supone aprovechar con humor la libertad transitoria del presente.

Se trata, pues, de un desahogo que se le permite al pueblo por parte de los poderes terrenales a que estaba -y está- subordinado: el rey y la Iglesia o, lo que es lo mismo, la ley y la moral. Históricamente, la palabra carnaval proviene del hecho de “comer carne por última vez” antes del ayuno que impone la Cuaresma. La Iglesia tolera el carnaval como válvula de escape que libera la presión de prohibir “la carne” en el período cuaresmal y, lujuriosamente, durante todo el año. Y el Poder consiente ese resquicio de “libertad” que el pueblo aprovecha para burlarse, calmando su malestar, de quienes lo oprimen y explotan el resto del tiempo.

En España, la Guerra Civil prohibió, en 1936, la mayoría de las festividades, incluidas los carnavales. Cádiz consiguió recuperarlos, con limitaciones y sin disfraces, tras la explosión de un depósito de minas que, en 1947, dejó la ciudad cubierta de cadáveres y sumida en la tristeza y el luto.  El Gobernador Civil de la época consiguió que se recuperara, sin nombrarlo, como “fiestas populares de Cádiz” para que devolviera el buen humor, el ánimo y la alegría a los gaditanos. Posteriormente, con la restauración de la democracia en nuestro país, otras localidades españolas volvieron a celebrar sus tradicionales carnavales de febrero.

Y desde entonces, llegada esta fecha, el aire se llena del aroma de Carnaval, de los cánticos carnavaleros y de las ganas de fiesta y diversión que, por una vez al año, nos impulsa a las calles para reírnos de todo lo existente en cielo y tierra, también de nosotros mismos. Ya se respira Carnaval.

jueves, 14 de febrero de 2019

Mujer y Ciencia


Hace poco se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, extraña etiqueta para demandar una mayor visibilidad de las científicas e investigadoras en un ámbito, el de la Ciencia, dominado por hombres. Como todo Día de los que abundan en el calendario de las conmemoraciones, la instauración de éste por la ONU en 2015 sirve para denunciar una carencia injustificada que se perpetúa por los estereotipos y prejuicios sexistas que también en la esfera de los conocimientos más elevados, no sólo en la cotidianeidad vulgar de la calle, se mantienen. Menos del 28 por ciento de los investigadores científicos del mundo son mujeres. Y no es porque ellas sean menos listas e inteligentes, sino porque la mujer sigue hallando barreras que le obstaculizan el paso a las pizarras donde se dibujan las fórmulas que nos describen la física, las matemáticas o la química del Universo, a los laboratorios en los que se experimentan o descubren los fenómenos y los elementos de la Naturaleza o a los instrumentos que permiten observar lo macro y lo micro de la Materia de la que formamos parte. Y si acceden a tales espacios y tribunas, son relegadas y hasta olvidadas por la bibliografía y los divulgadores que sólo aluden a la labor, meritoria por supuesto, de los genios masculinos. Como si la genialidad dependiera del sexo y brotara exclusivamente en seres dotados genéticamente con cromosomas XY.

La plena participación de la mujer, en condiciones de igualdad y equidad, todavía es un reto por conquistar en la Ciencia, en general, y en determinadas ramas de la misma, en particular, que parecen reservadas a mentes masculinas y no admiten ni la capacidad ni la creatividad ni la sensibilidad de una mentalidad femenina. Y aunque se ha avanzado muchísimo en la incorporación de la mujer en el mundo de la Ciencia, la brecha existente en campos como las ingenierías, las matemáticas o las tecnologías, por ejemplo, es todavía enorme, debido fundamentalmente a las dificultades que encuentra la mujer para acceder a un coto dominado por hombres, un sistema de cooptación que favorece a los candidatos masculinos y a los hándicaps que ellas encuentran para compatibilizar la vida familiar y dedicación profesional.

Según la UNESCO, en la actualidad hay más mujeres que se matriculan en la Universidad, pero son pocas las que eligen una carrera científica o técnica, expectativas que se ven influenciadas por los prejuicios que aun determinan los destinos profesionales en función de la condición sexual de los aspirantes. Sigue predominando la creencia de que la ciencia y tecnología es cosa de hombres y las letras o las humanidades, de mujeres. Que la arquitectura, la ingeniería, la astronomía o la robótica se adaptan mejor a mentes masculinas, y que la biología, las ciencias sociales o de la salud están indicadas a mentalidades y enfoques femeninos. Estos estereotipos, que se inculcan desde la niñez, delimitan la formación de los alumnos por derroteros predeterminados en función del sexo. Incluso desvirtúan la percepción del trabajo de la mujer en tales ámbitos, como podría ser el de la Lingüística, considerándolo no propiamente Ciencia ni que la investigación que posibilita constituya un objetivo científico, tal como destaca la profesora de Historia de la Lengua en la Universidad de Sevilla, Lola Pons, en un artículo reciente.

Techo de cristal

La presencia de la mujer en la Universidad es mayoritaria, como se ha dicho, pero persisten situaciones que limitan el desarrollo de la carrera científica y el acceso a puestos de responsabilidad a los que, en teoría, tendría derecho. El número de catedráticos y profesores titulares de universidad es apabullantemente masculino en un 80 por ciento. Además, sólo un 25 por ciento de féminas logra alcanzar puestos de máxima responsabilidad y ser profesoras de investigación en España, según un informe sobre mujeres científicas elaborado por el CSIC, organismo que ha evaluado al personal directivo de sus centros e institutos adscritos, detectando que de 104 directores, sólo 22 son mujeres. 

No es de extrañar, por tanto, que con estas “facilidades” a la presencia y la participación de la mujer en la Ciencia, el 97 por ciento de los premios Nobel hayan sido recibidos por hombres. Ello explica también que, como recoge la investigadora Flora de Pablo en Las científicas y el techo de cristal, en la Real Academia de Ciencias esté sentada una única mujer científica entre 42 miembros de número. O que en la de Medicina exista una sóla médica de 50 médicos varones. Y en la de Farmacia, por último, sean 5 mujeres entre 50 farmacéuticos.

Es evidente que existe un techo de cristal que, aunque se ha desplazado ligeramente, sigue obstaculizando el camino hacia la equiparación en condiciones de igualdad de la mujer en el mundo de la Ciencia, al verse condicionada por un sesgo de género, en la evaluación de sus méritos y demás circunstancias, que limita sus expectativas. Como en muchos otros ámbitos, también en el de la Ciencia la mujer sufre discriminación, no por su capacidad intelectual, sino por ser mujer. Queda, pues, mucho camino por recorrer.  

lunes, 11 de febrero de 2019

Unidos contra el traidor felón


Ayer domingo, 10 de febrero, se celebró una concentración contra el Gobierno socialista de Pedro Sánchez en la plaza de Colón de Madrid que congregó a decenas de miles de personas (45.000 según la delegación del Gobierno y cerca de 200.000 según los organizadores), en la que se produjo la inevitable imagen de unidad y confabulación que existe entre los líderes de las fuerzas convocantes: Pablo Casado del Partido Popular (PP), Albert Rivera de Ciudadanos (Cs) y Santiago Abascal de Vox, representantes de las tres caras (ortodoxa, centrista y extremista) de la derecha en España. El motivo de la convocatoria era la presunta cesión del Gobierno al “chantaje” de los independentistas de Cataluña para ganarse su apoyo en la aprobación de los Presupuestos del Estado que comienzan su trámite parlamentario el martes 12 de febrero, justo el mismo día que arranca en el Tribunal Supremo el juicio contra los líderes soberanistas encarcelados. Habría que recordar que los encarcelados están imputados por violar la ley y atentar contra el ordenamiento democrático cuando decidieron desobedecer al Tribunal Constitucional, quebrantar la legalidad con iniciativas tendentes a romper con el ordenamiento vigente, celebrar un referéndum ilegal para el que carecían de competencias y proclamar unilateralmente una república en Cataluña mediante el desacato y fraude de ley, y promoviendo una presión social próxima a la violencia (sedición o rebelión).

Los convocantes de la concentración del domingo acusan al presidente del Ejecutivo de “traición” y de dar una “puñalada por la espalda a España” por, presuntamente, aceptar las exigencias de los secesionistas, enumeradas en las 21 peticiones que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, trasladó al Gobierno en un escrito durante una reunión entre representantes de ambos gobiernos. El “ambiente” de frentismo había sido caldeado con antelación cuando el presidente del PP, en unas declaraciones previas, había acusado a Pedro Sánchez de “felón, incapaz y mentiroso” por mantener ese canal de diálogo con el Govern catalán con la pretensión de encauzar el “conflicto” por vías políticas en vez de las judiciales. Y el colmo de la “felonía” fue, al parecer, que el Ejecutivo estaba dispuesto a aceptar la presencia de un “relator” o mediador en la mesa de partidos que debía convocarse para dilucidar el problema catalán y hallar iniciativas que hicieran posible su resolución. Salvo la figura de un moderador, el Gobierno de Pedro Sánchez había rechazado todas las exigencias de los independentistas, negándose a discutir cualquier demanda que fuera contraria a la Constitución o que hiciera mención expresa a un inexistente derecho a la autodeterminación.

Santiago Abascal (2 por la izquierda), Pablo Casado (5) y Albert Rivera (9).
Sin embargo, nada se le reconoce ni se perdona al Gobierno desde que promovió una moción de censura contra el anterior Ejecutivo conservador de Mariano Rajoy que contó con el apoyo de las fuerzas de izquierdas, nacionalistas e independentistas con representación en el Congreso de los Diputados. Porque, a pesar de que aquella iniciativa parlamentaria fue legal, los conservadores nunca la consideraron legítima por apearlos del poder sin mediar unas elecciones. Y desde entonces tratan de deslegitimar al Gobierno de Pedro Sánchez y forzar la convocatoria de nuevas elecciones. La concentración de ayer, en ese contexto, intenta demostrar el rechazo de la población a las vías políticas mediante el diálogo emprendidas por los socialistas con el Govern catalán y, fundamentalmente, tratar de visibilizar que el “comienzo de la reconquista” del Gobierno por parte de la derecha española ya es factible. Que “el tiempo de Sánchez ha acabado” así como su “rendición al chantaje de los independentistas”, en palabras del líder del PP. Basándose en calumnias (acusar al presidente de Gobierno de cometer traición) y en manipulaciones (cesión al separatismo), los convocantes rechazan todo intento de diálogo, aun cuando José María Aznar, carismático gurú del conservadurismo patrio y referente ideológico del actual líder del PP, dialogó con la banda terrorista ETA y llegó a considerarla “movimiento nacional de liberación vasco”.

Pero, detrás de las motivaciones reconocidas, lo que quedaba explícito en la concentración madrileña era la confluencia estratégica y dogmática de los diversos sectores de la derecha ideológica española, a pesar del rechazo que causaba, aparentemente, en Ciudadanos la presencia de Vox, un partido de extrema derecha, contrario a la Constitución, al Estado de las Autonomías y a la igualdad de la mujer, y que no tiene representación en el Congreso de los Diputados. Un partido racista y retrógrado que, no obstante, acapara el malestar y el voto de los simpatizantes conservadores menos tolerantes y que está obligando a las fuerzas ortodoxas (PP) y centristas (Cs) de la derecha a endurecer sus discursos e, incluso, a pactar con él cuando la ocasión lo permite, como ha quedado demostrado en Andalucía. Vox ha podido presentarse en la concentración de Madrid en pie de igualdad y codo con codo con el Partido Popular y Ciudadanos, dejando patente que ningún “cordón sanitario” iba aislar a la extrema derecha de la familia conservadora española, cuando su participación resulta imprescindible para la “reconquista” del poder. Y esa fue la imagen y el mensaje que ayer ofrecieron los tres rostros de la derecha en la plaza de Colón, donde visibilizaron su confabulación frente a un adversario al que intentan vencer a cualquier precio, incluido el de reconocerse entre sí como iguales que comparten un ideario, con tal de acabar con el Gobierno socialista de Pedro Sánchez.

Lo de menos era la tentativa gubernamental de un diálogo con Cataluña. Esa fue la excusa. Lo realmente importante fue presentarlo como traidor capaz de la mayor de las felonías, aunque para ello se haya que admitir, sin disimularlo, la compañía de la extrema derecha. Y abocar al país a un frentismo peligroso que ya recupera los insultos y los enfrentamientos ideológicos de un pasado que se creía superado. Ahí posan, “sin complejos”, las caras de la derecha de España, dispuestas a una cruzada por el poder.

viernes, 8 de febrero de 2019

Preludio primaveral


Después de la tormenta sucede la calma; de la crudeza del frío, un tiempo templado y agradable, y de los cielos encapotados y grises, días transparentes bajo una bóveda azul inmaculada que los pájaros no pueden manchar ni arañar con sus piruetas. Tras las últimas borrascas, han llegado jornadas que invitan a soñar y volar de puro limpias y bondadosas. No son sólo los ojos ansiosos de los hombres los que perciben este cambio en el ambiente, sino también las plantas y los animales, que preludian la primavera. El aire se llena de luz y del aroma de la vida que, juntos, hacen brotar hojas y yemas en las tiernas ramas de los árboles. Los parques reverdecen con un jolgorio vital que contagia a quienes los recorren entusiasmados con el espectáculo renovado del buen tiempo que ya asoma en el horizonte. Son días que preludian la próxima primavera, y todos la celebran.   

miércoles, 6 de febrero de 2019

Sobreexcitados


En los conciliábulos de la derecha y sus pregoneros agradecidos, en nómina o tontamente útiles, andan sobreexcitados por los avances que el populismo ultraconservador está experimentando en el mundo occidental tras la crisis financiera que ha ablandado el pulpo poblacional con los golpes del paro y la pobreza y con la llegada de Donald Trump, el fantoche millonario, a la Casa Blanca, desde donde dispara a todo el que se mueva en su contra con twitts y amenazas apocalípticas. Disfrutan como monos viendo cómo la gente, por miedo más que por convencimiento, se arrima a cualquier energúmeno que prometa devolverles los empleos y las seguridades que la globalización, la competencia y la complejidad creciente del mundo les han arrebatado. No importa que el falso profeta ejerza desde la más bochornosa ignorancia y con la más descarada de las malevolencias si asegura tener las claves milagrosas con las que solucionar todos los problemas que nos quitan el sueño, sean económicos, laborales, religiosos, migratorios o culturales. Ningún asunto nacional o internacional se resiste, para estos líderes ultraconservadores, a ser tratado con fáciles pero contundentes recetas que sólo ellos pueden elaborar y aplicar. Además, de un plumazo.

Que los chinos venden más barato y en algunos aspectos su tecnología es superior, pues se impide la expansión de su negocio y se obliga a los “aliados” a que no adquieran sus productos, aduciendo, si es necesario, supuestos peligros sobre seguridad y soberanía a que estarían expuestos con la introducción de esa manufactura asiática. Que países del entorno, donde se han trasladado empresas por disponer mano de obra barata y menos impuestos, acaban haciendo competencia a la matriz, pues se incumplen los tratados y se recupera parte de la fabricación externalizada, aunque ello no favorezca el intercambio comercial ni la creación de empleo, pero sí la demagogia populista con los descontentos. Que los inmigrantes, sobre todo si son pobres, parece que “invaden”, “roban” y “desnaturalizan” la identidad de nuestros países con sus costumbres, su color de piel y sus incomprensibles idiomas, pues se les expulsa sin contemplaciones y se impide su entrada a cal y canto, cerrando fronteras y prohibiendo rescates. Basta con criminalizarlos para que el mar y las calamidades de sus países de origen se encarguen de su suerte, sin coste para las arcas públicas.  

Que algunos paisanos aspiran a la independencia o a relaciones territoriales privilegiadas, pues nada de dialogar ni de ceder un ápice: ley estricta, catecismo constitucional y cárcel, bajo amenaza de suspender autonomías y considerar delito cualquier idea o tentativa política herética, aunque tenga un alto respaldo popular entre los que se sienten vilipendiados e ignorados. Frente al nacionalismo periférico, ultranacionalismo español vindicativo del imperio, del retorno al centralismo y la reconquista católica alcanforada. Que la virilidad patriarcal considera una afrenta la igualdad de género y la protección de las mujeres ante la violencia machista, pues se tacha de ideología feminista y dictadura de género toda política contra la discriminación por razón de sexo y se derogan cuantas leyes promuevan la paridad, la igualdad, la libertad y la dignidad de la mujer, así como el matrimonio homosexual o cualquier otro derecho social que reconozca diversidad y no tenga la bendición de la iglesia y el respaldo de la tradición más acrisolada del inmovilismo patrio. Que los ricos pagan mucho y los pobres reciben más de lo que merecen, pues se bajan impuestos, se bonifican las sucesiones y donaciones que se transmiten de padres a hijos, se recortan prestaciones que sólo fomentan la vagancia y se limitan servicios de titularidad pública para que cualquier necesidad (educación, salud, vivienda, seguridad, etc.) sea satisfecha por quien pueda costeársela.

El ideario de la derecha está de moda y boga a toda vela. Sus voceros no se cansan de propagar sus excelencias y lo “natural” de sus propuestas, tan de sentido común. Y tan simples y necesarias para nuestra seguridad y bienestar, como la protección divina. Con ellas se combate el “efecto llamada” que provoca el humanitarismo de los ingenuos con el fenómeno de la migración, se limpian nuestras ciudades de gente extraña dispuesta a robarnos, quitarnos el trabajo y arrebatarnos lo que nos pertenece, amén de evitar que los terroristas utilicen la inmigración para atentar en nuestro suelo contra el estilo de vida occidental y nuestras libertades, que tan vulnerables nos hacen. Muros y expulsiones para los otros, para los extranjeros irregulares o refugiados. Y aislacionismo comercial para enfrentar la competencia en un mundo globalizado, con aranceles a la importación desde otros mercados que se aprovechan de nuestras demandas y ventajas económicas. Hay que ser grandes otra vez, volviendo a la guerra fría, a la carrera armamentística, a las cañoneras y a las intervenciones “quirúrgicas” en las áreas de nuestra influencia, como Irak y Venezuela, o brindando apoyo a sátrapas como el de Arabia Saudí, ejemplos que casualmente disponen de petróleo. Y respaldo incondicional a gobiernos que practican el apartheid, como Israel con los palestinos, no porque sean los capataces que controlan una región del planeta que nos tiene ojeriza civilizatoria al considerarnos infieles, sino porque con su don para la avaricia financian a los líderes que gobiernan el autodenominado mundo libre. Promoción, pues, del populismo más xenófobo y sectario incluso entre los “nuestros” para que no se crean con capacidad de contradecir al imperio y actuar contra sus intereses. Fomentar el supremacismo blanco y burgués en cada lugar para que ninguno tienda a unirse y pretenda aunar fuerzas, como esa Unión Europea a la que el Reino Unido le ha propinado una puñalada casi mortal, aunque salga malparado.

Así de excitados están estos agitadores populistas de la derecha más extrema, creyendo que todo el monte es orégano y fértil para que crezcan los Trump, Vox, Bolsonaro, Salvini y demás malas hierbas por doquier. Y con las primeras cosechas andan sobreexcitados y la mar de contentos, creyéndose filósofos sapientísimos que iluminan el mundo, como Bannon, cuando son simple maleza de la política.

lunes, 4 de febrero de 2019

San Valentín feminicida


Febrero es el mes del amor, en el que se celebra el Día de los Enamorados, esa zarandaja comercial con que se estimula un negocio muy lucrativo en floristerías, tiendas de lencería, música, cosméticos, joyerías, agencias de viajes, restaurantes y cuantos establecimientos se dedican a mercadear con ese “detalle” romántico con el que pretendemos simbolizar un sentimiento que no necesita más demostración que el afecto, el respeto y la sinceridad hacia la persona amada. Comienza, pues, el mes que festeja San Valentín, dios venerado por los amantes, incluidos aquellos que, aparte de necesitar demostrar con un objeto lo que sienten, creen que a quien aman es de su propiedad, como ese mismo obsequio con el que quieren hacer patente su sensiblería infantil y hasta su afectividad patológica.

El romántico San Valentín oculta una cara perversa que se manifiesta en esas personas que no dudan en tratar con violencia y hasta en asesinar a sus parejas o exparejas cuando estas deciden dejar de ser una pertenencia más, sometida a humillaciones, de quienes decían amarlas, para asumir su identidad como mujeres, con voluntad propia, derechos y dignidad. Cuando, hartas de afrentas físicas y verbales, optan por no ser meros objetos y escapar del capricho de un varón que las domina para ser dueñas de sí mismas y asir las riendas de su existencia. No son pocas las que soportan esta situación. Ya, en este segundo y más breve mes del año, que tanta ternura despierta a través de una publicidad empalagosa, se elevan a diez las mujeres muertas, asesinadas a manos de una violencia machista que hace del hogar un infierno para la convivencia familiar y un peligro para cualquier mujer considerada una posesión por su novio, marido o pareja.

Pero si esta festividad sensiblera está dirigida, particularmente, a los jóvenes que comienzan a experimentar en su piel las dulzuras del amor, haciéndoles caer en las redes comerciales de un negocio que no tiene nada de romántico, resulta repugnante que sean precisamente unos chavales, casi recién salidos de la niñez, quienes sucumban víctimas de esa violencia de género que confunde amor con propiedad privada o posesión personal y no con una relación sentimental entre adultos e iguales. Es una desgraciada fatalidad que, a punto de celebrarse este falaz San Valentín, una chica de 17 años sea asesinada y decapitada por su novio de 19 en la localidad catalana de Reus, y que en plena lozanía de su juventud pase a engrosar la infame lista de mujeres muertas por violencia machista. Una lacra asesina que afecta a personas de toda condición, sin importar edad, situación económica, creencia religiosa, raza o nivel cultural, pero que tiene como diana exclusiva a las mujeres.

Los jóvenes muertos en Reus (él acabó tirándose por el balcón) no encarnan una versión moderna de Romeo y Julieta, sino que representan el drama insoportable que sufren las mujeres por ser mujeres y relacionarse con hombres que aseguran amarlas mientras consientan ser sumidas y estar oprimidas bajo su voluntad, cual objetos de su propiedad. Esos chicos no encarnaban el amor, sino que fueron el resultado de una enfermedad letal que corroe nuestra sociedad y que se manifiesta con esa violencia doméstica que ejerce el hombre contra la mujer. Representan el rostro perverso de un San Valentín feminicida.   

sábado, 2 de febrero de 2019

Febrero en tormenta

Los días se volvieron tristes y oscuros, como presos de una amargura que nubla la vista y encoje el corazón, impidiendo que ningún atisbo de esperanza reluzca tímido tras los nubarrones. El viento y el frío acobardaron a los que pretendían no contagiarse de un ambiente apesadumbrado, reteniéndolos en el aburrimiento de sus confortables soledades. Algunos coches que huían de la intemperie, con ojos temblorosos y gafas empañadas, y el ulular esporádico de las sirenas, que rompían con sus estridencias el llanto melancólico de aquellas jornadas, eran testigos obligados de tanto desconsuelo. Febrero había llegado con la grisura del desánimo y el desaliento. Sólo tras los cristales de las ventanas podían contemplarse, sin lágrimas en los ojos, esos días mustios de un mes apenado.