sábado, 2 de febrero de 2019
Febrero en tormenta
Los días se volvieron tristes y oscuros, como presos
de una amargura que nubla la vista y encoje el corazón, impidiendo que ningún
atisbo de esperanza reluzca tímido tras los nubarrones. El viento y el frío
acobardaron a los que pretendían no contagiarse de un ambiente apesadumbrado,
reteniéndolos en el aburrimiento de sus confortables soledades. Algunos coches
que huían de la intemperie, con ojos temblorosos y gafas empañadas, y el ulular
esporádico de las sirenas, que rompían con sus estridencias el llanto melancólico
de aquellas jornadas, eran testigos obligados de tanto desconsuelo. Febrero había
llegado con la grisura del desánimo y el desaliento. Sólo tras los cristales de
las ventanas podían contemplarse, sin lágrimas en los ojos, esos días mustios
de un mes apenado.
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