¿Y si vivir no fuera más que un sueño?
A veces soñaba que dormía y que soñaba que era feliz porque veía a una joven y bella esposa y unos hijos maravillosos que disfrutaban de una vida relajada. Pero esa imagen le inquietaba. Sabía que era un sueño y se empeñaba en despertar. Hubo que atarlo a la cama en su afán por escapar de aquella pesadilla, preso de un pánico ciego y vencido por el desasosiego.
Cuando lograba dejar de soñarse, se precipitaba en una inconsciencia de la que, en la fugacidad de un instante, emergía un tipo triste y solitario que estaba rodeado de gente con mascarillas verdes que lo miraban en medio de un penetrante silencio. En ese estado difuso y silente hallaba, sin embargo, una placidez que le tranquilizaba. Luego la oscuridad lo envolvía y volvía a soñar que dormía. Y soñaba que soñaba. Los médicos decían que eran espasmos de la memoria que, aún sin consciencia, pugnaba por no desintegrarse. Jamás despertó del coma profundo al que lo condujo la anestesia.
Sevilla, Octubre de 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario