Soñé un sueño que había soñado anteriormente, pero que
despierto nunca he recordado. Me acordé cuando, en el sueño, repetí un sendero que en el primer sueño había recorrido. Por eso decidí hacer el camino inverso
para salir por donde había entrado en el sueño que recordaba soñando, siéndome familiares
detalles, puertas, pasadizos, paisajes y personajes que volvía a hallar,
incluso el hecho de arrancar naranjas de unos árboles, del sueño al que regresaba
en mi sueño. Sólo al llegar a la puerta de entrada, por la que pretendía salir,
se interpuso la novedad de un guarda que en mi sueño no recordaba haber soñado que
existiese. Y no me permitía abandonar aquella especie de mundo aparte y cercado
al que volvía por segunda vez en mi sueño. Portaba un trabuco antiguo con el
que me hizo ver que estaría dispuesto a truncar mi salida, si insistía en
desobedecer sus órdenes. Me desperté cuando me alejaba de él, mientras
intentaba apuntarme desde la distancia sin conseguir disparar, con la
fantasmagórica sensación de abandonar un sueño dentro de un sueño y sumido en la más completa y absurda confusión.
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