Se trata de un Paraje Natural que debe su nombre a las
torcas o dolinas, depresiones redondeadas originadas por el hundimiento de
salas subterráneas que el agua ha excavado en el subsuelo y rellanadas por
residuos de caliza. Estos sedimentos proceden del fondo de un mar prehistórico,
llamado Tethys, que se levaron hace millones de años hasta más de mil metros de
altura por la presión de las fuerzas tectónicas que dieron origen a estas
cumbres de la serranía subbética. El Torcal es el primer espacio de Andalucía
que se protegió al declararlo Sitio Natural de Interés Nacional en el año 1020,
antes de ser catalogado como Paisaje Natural por su interés geológico, botánico
y paisajístico.
Una nueva visita nos lleva otra vez a adentrarnos por un
sendero, el más fácil para los “torpes” en el alpinismo, que nos conduce entre
unas piedras que no dejan de sorprendernos por sus formas y disposición, capaces
de guardar un equilibrio inaudito sobre altas agujas pétreas o atesorando el
secreto fósil de su pasado marino. Paredes y tajos surgen para sobrecogernos
por la espectacularidad de sus formaciones erosivas.
Tras la excursión por el “Torcal alto”, nos asomamos al
mirador de “Las ventanillas”, desde donde se aprecian unas vistas de la comarca
del río Campanillas, al sur de Antequera, hasta la costa de Málaga en la
lejanía. En días claros puede incluso visualizarse el continente africano
difuminado tras las brumas del horizonte.
Merece la pena, pues, conocer estos rincones de nuestra tierra y admirar sus encantos para tomar conciencia de la riqueza que poseemos y apenas valoramos. El Torcal de Antequera es una de las joyas más valiosas de nuestro patrimonio cultural que bien merece una visita para medirnos frente aquellos farallones que nos empequeñecen, pero también nos regocijan al permitirnos admirarlos, sabiendo que, desde el neolítico, el ser humano ha encontrado en ellos refugio o material para sus construcciones. Hoy, constituyen un regalo para los ojos.
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