Nave Chang´e 4 |
El de arriba
es el título de un álbum de Pink Floyd, pero no es la música el motivo de este
comentario, sino el satélite que orbita la Tierra y, en concreto, su cara
oculta, ese lado oculto que inspiró al grupo de rock. Una cara oculta del
satélite que, debido a su rotación, nunca es visible desde nuestro planeta y
que sólo los astronautas de las misiones Apolo, que viajaron a la Luna y
alunizaron en su cara visible, han podido contemplar con sus ojos… hasta hoy.
En un alarde
tecnológico, la astronáutica de China ha logrado enviar un ingenio espacial que
ha alunizado en la cara oculta de la Luna, transportando, además, un vehículo
robotizado que ya ha comenzado a recorrer esa superficie lunar, cubierta de
polvo y cráteres como la visible, que siempre ha estado vedada a la mirada
humana. Se trata de
la nave Cháng’é 4 que, enviada por la
Agencia Espacial China (CNSA), se posó cerca del cráter von Kármán, en el
hemisferio sur de la cara oculta de la Luna, el pasado 3 de enero, de forma
automática y con pleno éxito. Doce horas más tarde, extendió una rampa por la
que descendió el vehículo rover Yùtù 2,
que comenzó a moverse por la superficie lunar hasta aproximarse al borde de un
cráter cercano de unos 20 metros de diámetro.
Foto panorámica de la cara oculta de la Luna |
El éxito de
la misión, que ahora deberá desarrollar los estudios y experimentos científicos
previstos, no hubiera sido posible si previamente no se pone en una órbita más
allá de la Luna el satélite Quèqiáo,
que permite las comunicaciones desde la Tierra y los ingenios posados en la
cara oculta. China se incorpora, así, a la carrera espacial que iniciaron rusos
y norteamericanos hace más de cuatro décadas, y lo hace demostrando capacidad y
tecnología como para elaborar un programa de exploración propio, en el que ya
ha logrado hitos como el de esta misión.
La Luna y la Tierra desde el satélite Quèqiúo. |
De momento,
la sonda china ha posibilitado la primera imagen panorámica de 360 grados de
esa cara oculta de la Luna, elaborada a partir de fotografías tomadas por una
cámara del módulo de aterrizaje. También ha enviado la imagen de la primera
planta que ha podido crecer en el satélite, a partir de una semilla de algodón
que se transportó en un frasco que recreaba una biosfera en miniatura. Y esa
otra imagen, más estética que novedosa, de la Luna y la Tierra captada por la sonda
que sirve de enlace para las comunicaciones. No son frutos menores, sino las
pistas de un programa por el que China se incorpora a la carrera espacial con
ímpetu y ambición.
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