Juan Manuel Moreno en el pleno de investidura |
Desde la restauración democrática en España, Andalucía
ha sido gobernada por el Partido Socialista Obrero Español, sin interrupción.
Esa “anomalía” que, elección tras elección, ha mantenido al PSOE en la Junta de
Andalucía durante 36 años, ha sido rota con la investidura, hoy, en el
Parlamento andaluz, de un gobierno de coalición formado por el Partido Popular
y Ciudadanos, junto al imprescindible apoyo parlamentario de Vox, una formación
de ultraderecha. A partir de hoy, por tanto, la alternancia queda inaugurada en
Andalucía con la proclamación de un gobierno de las derechas en la Comunidad Autónoma
más poblada de España.
Aquella “anomalía” que la oposición consideraba como propia de una democracia devaluada y el resultado electoral de unos
votantes “clientelares” o “subsidiados” del “régimen” andaluz, es ahora
sustituida por un gobierno de partidos minoritarios que reclaman la legitimidad
de todos los apoyos, incluidos los de la formación que está en contra de las
autonomías, de la igualdad de las mujeres, de la memoria histórica y del
tratamiento humanitario de la inmigración. Los votos conseguidos por los
socialistas eran una “anomalía” del sistema, pero los votos de un partido
radical que persigue revocar derechos y libertades son perfectamente válidos para
que la anomalía mute en normalidad.
Mientras en Alemania se vigilará si la ultraderecha,
primera fuerza opositora del Parlamento, persigue políticas contrarias al
ordenamiento democrático constitucional, en España se aplaude la existencia de
una fuerza ultraderechista que posibilita la alternancia en Andalucía, aunque
en su ideario contemple medidas que van en contra de la Constitución y del
ordenamiento democrático. Son diferentes puntos de vista, según las
conveniencias. Lo importante, al parecer, es que históricamente, por fin, se
produce la alternancia en Andalucía, aunque se ignore si para bien o para
mal. Cosas de la política.
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