jueves, 16 de marzo de 2017

El respeto y la honestidad de Magda

Ayer celebramos con una compañera su reciente jubilación. ¡Y van…! Como en todas, hicimos recuento de lo compartido en el pasado –más de cuarenta años no pasan en balde- y brindamos por lo que resta de futuro, deseando que sea para mejor. Pero en esta ocasión hay una salvedad que deseo destacar. La compañera en cuestión fue la última jefa que tuve en el hospital y que, como médico, era –y es- una excelente profesional y, si me apuran, puntera en su especialización dentro de la especialidad. Los concernidos saben a lo que me refiero. Ella ha sido pionera dentro de ese campo que aúna clínica con investigación y en el que su impronta perdurará durante años, los que se conserven como recuerdos en quienes toman el relevo de su labor y continúan el camino por ella desbrozado.

Pero lo que quería reseñar como algo particular es que esa jefa siempre se comportó como una compañera más, sin importarle la categoría profesional con quien se relacionase laboralmente o recabase su ayuda. Era una persona asequible y amable. Ello denota una cualidad humana que nace del respeto y la honestidad para con todos, vistan el uniforme, la bata o el hábito que sean. Así trataba también, como no podía ser de otra manera, a los pacientes, exprimiendo su sabiduría y experiencia para brindarles a todos y cada uno de ellos el mejor servicio y la mejor atención. Y es que los buenos profesionales han de ser también buenas personas para que la virtud sea completa y genere el afecto que despiertan en la gente. Por eso, la compañera recién jubilada se sintió emocionada por el afecto que le mostraron los presentes en el acto y los que no pudieron acudir por impedírselo otras obligaciones. Recibió el respeto y la honestidad que siempre había cultivado.

Es muy fácil trabajar con personas así, que saben respetar y valorar tu aportación a un trabajo necesariamente multidisciplinar y que se esfuerzan por dirigir a las personas con honestidad, lo que no evita tensiones y dificultades que siempre acaban resolviéndose atendiendo a un objetivo irrenunciable: el paciente. Y ella lo tenía muy claro.

Como tiene claro el futuro que se abre ahora ante sus ojos: seguir siendo una persona inquieta que, haga lo que haga, derrochará respeto y honestidad con todos. No es extraño que, en reciprocidad, reciba tanta admiración y afecto. Y amplíe su círculo de amistades. Desgraciadamente, son pocas las personas así. Como Magda, jefa, compañera y amiga. Un orgullo para su familia y un honor para sus compañeros.

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