Para ello se valen de varios autobuses que, cual vallas
publicitarias rodantes, recorren las ciudades españolas con el mensaje de que
los niños tienen pene y las niñas vulva, de tal manera que cualquier otro modo
de sentir y vivir la identidad sexual es un engaño y una falsedad. Al mismo
tiempo, han encartado en los principales periódicos de tirada nacional un sobre
que incluye un librito, titulado “¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en
el colegio?”, junto a una carta en la que exponen sus quejas, denuncian una
supuesta persecución política y judicial y, de paso, solicitan un donativo para
¡”seguir defendiendo las libertades de expresión y educación”! Causa estupor
que los que en este país han disfrutado de toda clase de privilegios y han
impuesto su ideario religioso en escuelas e institutos de manera intolerante,
adoctrinando a niños sin capacidad crítica en la enseñanza y en las parroquias,
no toleren precisamente el derecho a la libertad de educación y expresión y
culpabilicen a minorías invisibilizadas y victimizadas por su condición sexual
de no respetar esas libertades. Tal parece que les dicten “hazte adoctrinar”.
Los más reaccionarios conservadores y clericales de este
país no admiten la diversidad sexual ni las políticas que intentan promover la
igualdad de derechos entre todos los colectivos sociales, también los de
aquellos que tienen una identidad y una orientación sexual distinta a la
determinada por la biología. Por mucho que la Biblia hable de Adán y Eva, la especie humana
dispone de una sexualidad mucho más compleja que la simplemente genital, aunque
esta constituya el estereotipo más habitual y efectivo para fomentar y mantener
una estructura social basada en el machismo y el patriarcado familiar todavía
dominantes. Hace tiempo que las teorías sexuales de Freud fueron superadas y
que se conoce que la psicología y el entorno cultural determinan, además de la
biología, la identidad y orientación sexual de cada persona. No es de extrañar,
por tanto, que los grupos que detentan su poder (como el religioso y el poder
político conservador) fundado en esas ideas retrógradas, ya superadas por la
realidad –y por el conocimiento científico-, se rebelen y combatan los nuevos
paradigmas de libertad y derechos que poco a poco logran extenderse por el
conjunto de la sociedad. Sólo así se comprende, aunque no se justifique, la
beligerancia con que se enfrentan, promoviendo incluso el odio y el
enfrentamiento social, a iniciativas progresistas como las del aborto, el
matrimonio homosexual, las políticas de género, la laicidad en la enseñanza, el
feminismo, la separación Iglesia/Estado y la eliminación de cualquier
privilegio que hasta ahora disfrutaba el pensamiento conservador y clerical con
intolerante actitud.
Hazte adoctrinar o déjate adoctrinar es la real intención de
la campaña que promueve sin escatimar medios la asociación HazteOir, ofendida
por la libertad y los derechos que se reconocen a las minorías que sienten y
viven distintas identidades sexuales. No luchan contra la pobreza infantil, la
violencia machista contra la mujer, la desigualdad progresiva que sufre la
sociedad española ni contra la precariedad laboral y salarial que se ha
impuesto a esa especie en extinción que son los trabajadores. Su lucha es por
algo mucho más grave e importante: luchan contra el respeto y la dignidad que
se les reconocen a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, disponiendo para
ello de unos recursos ingentes que estarían mejor empleados en Cáritas, por
ejemplo, otra asociación católica, aunque no fanática ni intransigente. Así
que, cuando vean su autobús, tapónense los oídos.
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