1) Josep Tarradellas
se exilió en 1939 tras el triunfo del general Franco en la Guerra Civil y la consiguiente
depuración (vía juicios sumarísimos y fusilamientos) de cuantos eran
considerados enemigos de la “cruzada” franquista: comunistas, republicanos,
demócratas en general e ilustrados o progresistas en particular.
Carles Puigdemont
huye a Bélgica tras su destitución y la de los miembros de su gobierno por los
delitos cometidos contra la
Constitución y el Estatuto de Cataluña, desobedeciendo la
legalidad vigente y haciendo caso omiso de las sentencias del Tribunal
Constitucional, sin respetar el marco legal de un Estado de Derecho, en su afán
por declarar unilateralmente la independencia de Cataluña.
2) En tiempos de Tarradellas, la dictadura implantada por el
general Franco abolió definitivamente la Generalitat en 1939.
En los de Puigdemont, el Gobierno español no anula la Generalitat , sino que
continúa vigente como institución para el autogobierno, aunque sus consejerías pasan
a estar dirigidas provisionalmente por los responsables ministeriales de Madrid,
hasta que se celebren elecciones autonómicas, ya convocadas para diciembre
próximo, de las que deberá surgir un nuevo gobierno, respetuoso con la
legalidad de un Estado de Derecho, Social y Democrático.
Carles Puigdemont |
3) Entre 1939 y 1941, Tarradellas fue detenido varias veces
por la Gestapo
y estuvo preso en Aix-en-Provence y en campos de concentración nazis,
librándose de ser extraditado a España, desde donde lo reclamaban, si no fuera
por la oposición de otras naciones, como la legación de México, que exigieron
su liberación.
Puigdemont, en cambio, se aloja en confortables hoteles en
su autoexilio de Bruselas, a la espera de que se le reconozca la condición de
refugiado político y se le conceda asilo.
4) Tarradellas
asume, en 1954, la presidencia de la Generalitat para mantener intacta la dignidad de
la institución, pero renuncia a formar gobierno en el exilio.
Puigdemont pretende, según declaraciones de un diputado de
su formación, formar un gobierno en el exilio de Bruselas para no reconocer su
destitución ni la legalidad de la medida.
5) Tarradellas fue uno de los fundadores, junto a Francesc Macià
–primer presidente de la
Generalitat- y Companys, de Esquerra Republicana de Catalunya
(ERC), en la que durante 21 años ocupó el cargo de secretario general. Antes de
ser nombrado presidente, había sido diputado y consejero.
Puigdemont fue militante de Convergéncia Democrática de
Catalunya (CDC) y posteriormente diputado por Convergéncia i Unió (CiU) por
Gerona, ciudad en la que llegó a ser alcalde tras sustituir a la alcaldesa Anna
Pagans, en 2011, interrumpiendo más de 32 años de gobiernos municipales
socialistas en la localidad. Fue elegido presidente de la Generalitat a causa
del veto que la CUP
impuso a la continuidad de Artur Mas como presidente.
Josep Tarradellas |
6) Tras la restauración de la democracia, el Gobierno de
Adolfo Suárez reconoce la legitimidad de Tarradellas y lo nombra presidente del
gobierno preautonómico de Cataluña, adonde volvió para proferir una frase que
ha pasado a la historia: “¡Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!”.
De Puigdemont no se sabe si regresará en cualquier momento a
España ni si se presentará a las elecciones anunciadas para diciembre próximo.
Tampoco se le conoce ninguna frase digna de ser recordada ni por los catalanes,
ni por los españoles, ni por la historia.
7) El propósito de Tarradellas no era la independencia, sino
el de una “Cataluña (…) que propulse el progreso (…) del Estado español”.
La única idea de Puigdemont es la de proclamar la
independencia de Cataluña, aún de manera unilateral y despreciando la legalidad
del Estado del que era representante en la Comunidad. Para
“legitimizar” tal propósito con un apaño pseudodemocrático, organizó un referéndum fraudulento e ilegal que
ninguna instancia, nacional o internacional, consideró válido.
8) Tarradellas no se fiaba de los representantes de “un
catalanismo de senyera y sotana”, sentía aversión por los turbios manejos de la Banca Catalana de
Jordi Pujol y desconfiaba de las “incomprensibles” actividades de Omniun
Cultural, como de otras entidades no
electas como la ANC ,
enfocadas, a su juicio, a crear estados pasionales entre los catalanes.
Puigdemont, en cambio, no tuvo reparos en formar gobierno
con el sostén de los antisistemas de la
CUP y los apoyos de Omniun y la ANC , cuya presidenta, Carme Forcadell,
consiguió ser presidenta del Parlament y mano derecha de Puigdemont a la hora de
tramitar leyes que no eran respetuosas con la normativa parlamentaria ni la legalidad del
Estado.
9) Tarradellas, por su entereza moral y política, es un
ejemplo de sensatez, pragmatismo, sentido de unidad civil y lealtad
institucional, que es recordado y admirado por haber defendido la dignidad de
las instituciones catalanas y haber restaurado el gobierno de la Generalitat de
Cataluña.
Puigdemont es modelo de político oportunista, cuya
mediocridad le impedía estar a la altura del momento histórico que le tocó
vivir y del que no ha sabido asumir sus responsabilidades. Su recuerdo quedará
asociado al ridículo de su comportamiento, más que el de su cabellera.
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