Seguimos siendo auténticos en esa actitud tan española de despreciar lo propio y abrazar lo ajeno, como catetos. Seguimos copiando modas del consumismo voraz que se irradia desde EE UU y que, con cualquier reclamo ocurrente, despierta el apetito insaciable de los que no se reconocen consumidores. Sumisos, nos disponemos a participar de otro día grande para el comercio, previo al dispendio de las Navidades. Hasta las farmacias sacan al mostrador, con la etiqueta del Black Friday, potingues que acumulaban polvo en los cajones. Y es que somos así: elementales, manipulables y confiados con las tretas de un mercado que nos tiene prisioneros con sus estrategias de “marketing” y nos induce a comportarnos como auténticos devoradores de gangas. Y todo, para no ser menos. Ante tal tesitura, el único tonto es el que no aprovecha la oportunidad para venderte la última inutilidad con el señuelo de un supuesto ahorro. Pero más tonto aún es el que la compra. Corra. Corra, que se acaba. Hoy es Black Friday como ayer fue Halloween y mañana será lo que ellos quieran. Para eso nos colonizan y nos imponen sus costumbres, sus modas, su cultura y su comercio. Para sacarnos las perras, ya que el cerebro nos lo han secado. Hoy es un viernes negro, sin remedio. A disfrutarlo despacito, totalmente rendidos.
viernes, 24 de noviembre de 2017
Viernes negro
Seguimos siendo auténticos en esa actitud tan española de despreciar lo propio y abrazar lo ajeno, como catetos. Seguimos copiando modas del consumismo voraz que se irradia desde EE UU y que, con cualquier reclamo ocurrente, despierta el apetito insaciable de los que no se reconocen consumidores. Sumisos, nos disponemos a participar de otro día grande para el comercio, previo al dispendio de las Navidades. Hasta las farmacias sacan al mostrador, con la etiqueta del Black Friday, potingues que acumulaban polvo en los cajones. Y es que somos así: elementales, manipulables y confiados con las tretas de un mercado que nos tiene prisioneros con sus estrategias de “marketing” y nos induce a comportarnos como auténticos devoradores de gangas. Y todo, para no ser menos. Ante tal tesitura, el único tonto es el que no aprovecha la oportunidad para venderte la última inutilidad con el señuelo de un supuesto ahorro. Pero más tonto aún es el que la compra. Corra. Corra, que se acaba. Hoy es Black Friday como ayer fue Halloween y mañana será lo que ellos quieran. Para eso nos colonizan y nos imponen sus costumbres, sus modas, su cultura y su comercio. Para sacarnos las perras, ya que el cerebro nos lo han secado. Hoy es un viernes negro, sin remedio. A disfrutarlo despacito, totalmente rendidos.
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