No a las agresiones sexistas. |
Hoy los cinco son juzgados por la supuesta “hazaña” y se justifican
en que la víctima la consintió sin oponer resistencia. No caen en la cuenta,
como machos que son y no varones sensibles, que ni siquiera así es admisible un
comportamiento tan mezquino y bajo que aprovecha la euforia de una chica, que
tal vez no sabía ni lo que hacía, para de manera colectiva, como una jauría
embriagada de lujuria, satisfacer un deseo que en ningún caso se comparte en
manada, sino en compañía de quien lo hace germinar hasta superar la simple
atracción física. Pero ninguno se interesó por la chica, ni por su deseo, sino
que consumaron su apetito con la urgencia y la inhumana voracidad de una hiena,
de una alimaña que tiene la fortuna de encontrar carroña. Tampoco caen en la
cuenta de que, si aquella orgía hubiera sido consentida como arguyen, lo más
lógico es que hubieran acompañado a la chica hasta donde se alojaba e
intentaran conservar el contacto con ella. Sin embargo, la dejan abandonada y
humillada en aquel portal donde cometen su “hazaña” hasta que la policía la
rescata en medio de un estado de shock y cubierta en lágrimas. Embebidos en su
triunfo, se vanaglorian de él y distribuyeron la “hazaña” a través del móvil, sin
pensar siquiera que ni a las putas está permitido violarlas de ninguna manera. Para
colmo, un guardia civil y un miembro del Ejército forman parte de esa manada
hambrienta de sexo, demostrando el nivel ético y la calidad humana de quienes
tendrían que velar por nuestros derechos y valores cívicos. Hasta tal punto
alcanza su “hazaña”, hasta denigrar los uniformes que, si el juez no lo remedia,
podrían vestir y la dignidad de las mujeres a las que ataquen o relacionen. Una
“hazaña” propia de una manada de animales.
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