El discurso más esperado de los últimos tiempos, el que más expectativas había despertado en los medios de comunicación del mundo entero y que tenía a todos los españoles en vilo, ha sido un profundo chasco. Se suponía que el presidente de Cataluña, después de todo lo que ha montado, iba a declarar solemnemente, desde la tribuna del Parlamento de aquella región, la independencia de la Comunidad Autónoma,
sin importarle las consecuencias. Pero, al final, y tras relatar un cuento de
hadas sobre todas las afrentas y humillaciones que supuestamente ha padecido el
“pueblo” catalán a lo largo de
la
Historia y, especialmente, durante los últimos años, el
molt honorable presidente catalán,
Carles Puigdemont, ha decidido suspender esa declaración de independencia para
abrir un período de diálogo con España a través de unos intermediarios que
nadie, ni el Gobierno ni
la Unión Europea,
pretende convocar. Es imposible superar este esperpento de declarar una
pseudoindependencia que se deja en suspenso hasta otra ocasión más propicia, en
la que la amenaza de la ley no haga flaquear a sus promotores. La magnitud de la
frustración fue evidente en las caras y los gestos, negándose a aplaudir, de
los parlamentarios de
la CUP,
los radicales más radicales del secesionismo catalán. Sin embargo, lo mejor de la sesión
fueron las intervenciones de la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y del
PSC, Miquel Iceta, desenmascarando el verdadero rostro del nacionalismo más
rancio, egoísta y racista, por un lado, y las mentiras y manipulaciones del
procés, por el otro. Si la cosa quedara así, hasta la inverosímil
reclamación de una república feminista exigida por
la CUP sería parte de una
comedieta infantil de gente que se aburre en ese parlamento, pero mucho me temo
que retornar a la legalidad para encauzar el conflicto de Cataluña con España
por vías pacíficas y realmente democráticas está lejos de conseguirse. Esto no
es más que una estrategia de aplazamiento para eludir consecuencias judiciales,
penales y políticas. El problema sigue intacto. Por ahora.
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