Y es que tanta “condescendencia” del organismo de la ONU con Palestina es
intolerable para EE UU y para el “lobby” sionista que influye en la política
norteamericana. El sionismo (político), que no el judaísmo (religión), impregna
la visión del mundo y las relaciones internacionales de la Gran Potencia mundial, haciéndola
compartir intereses y orientando su política exterior, en la actualidad, hacia
la unilateralidad y el aislacionismo. Hay que tener en cuenta que estos
“lobbies” pro-Israel gozan de gran predicamento en las Administraciones
norteamericanas, fundamentalmente por su peso financiero y numérico en la
sociedad estadounidense. Muchos de los líderes políticos y magnates
norteamericanos son judíos y abiertamente favorables al sionismo. A ello hay
que añadir, además, consideraciones estratégicas, ya que Israel es el aliado
más fiel de EE UU en Oriente Próximo ante la amenaza del mundo musulmán y el
temor de que ramificaciones radicales del Islam accedan al poder en países de la
zona. De ahí que EE UU invierta anualmente más de 3.000 millones de dólares en
ayudas de todo tipo a Israel, especialmente en material para la defensa,
tecnología militar punta, aviones, etc.
Con la decisión de abandonar definitivamente la UNESCO , Donald Trump no
sólo hace suya esa intrínseca característica sionista de la política
norteamericana, sino que la engloba en lo que la BBC inglesa denomina “doctrina del abandono”, aquella
con la que Trump persigue la descalificación y toda una rectificación del
multilateralismo que regía la acción exterior de EE UU y el desmantelamiento absoluto
de cualquier rastro del legado del anterior presidente Barack Obama, su gran
obsesión. Ello afecta a tratados y organizaciones variopintas en una especie de
“lista negra” del actual inquilino de la Casa
Blanca , que incluye a la UNESCO , JCPOA, TTP, TLCAN (o NAFTA), OTAN y hasta
la propia ONU, entre las internacionales, y ACA y DACA (Obamacare), entre las
de índole interno.
Esa sintonía de EE UU con los intereses sionistas es tal que
Benjamín Netanhayu, primer ministro de Israel, ha tardado sólo un día en hacer
lo propio y anunciar también la retirada del país hebreo de la UNESCO , exactamente por las
mismas razones. No en vano Israel nunca había aceptado que la institución de la ONU admitiese a Palestina como
estado miembro y, menos aún, que declarase Patrimonio de la Humanidad la antigua
ciudad de Hebrón, al sudoeste de la Cisjordania palestina, ahora ocupada.
Ese sionismo intransigente, el que combate a muerte
cualquier entendimiento de Israel con sus vecinos árabes y musulmanes, ha
propiciado este nuevo paso atrás del presidente más nefasto de la historia de
EE UU. Una decisión tomada en aras de los intereses del Estado hebreo y que evidencia
la connivencia de la política exterior de EE UU con el sionismo más
beligerante, lo que explica, por si había dudas, el empeño del presidente Trump
de romper, si el Congreso no lo endurece aun más, el Acuerdo firmado por Barack
Obama con Irán para impedir que fabrique bombas atómicas a cambio de relajar
las restricciones comerciales que en su día se le impusieron y permitir las
inspecciones periódicas a sus instalaciones nucleares. Esas, entre otras, son
actuaciones de una Administración gravemente contaminada por la influencia
sionista y la sectaria política de Trump. No en balde el capital judío es un
destacado contribuyente en las campañas electorales de los conservadores de
aquel país. Y para eso sirve esa inversión, para favorecer los intereses de la
política sionista de Israel.
Así, se acusa a la
UNESCO de hacer política por tratar a Palestina con el mismo
rasero que a las demás naciones, aunque el acuerdo se haya adoptado tras una votación
democrática y mayoritaria de los Estados miembros. Pero que Israel no respete
las resoluciones de la ONU ,
que prosiga con su política de asentamientos judíos en territorios palestinos,
que ignore las leyes internacionales y ataque por su cuenta y riesgo
(relativos) instalaciones que considera peligrosas en países colindantes o que disponga
secretamente de bombas atómicas, contraviniendo el Acuerdo de No Proliferación
de Armas Nucleares, nada de ello le granjea reproche alguno por parte del
actual inquilino de la Casa Blanca
ni le expone a ningún castigo como el que asfixia financieramente a la
institución de la ONU. Para
el sionismo y la política exterior de EE UU es más grave el reconocimiento de Palestina
como un Estado que, encima, es tratado como tal por organismos internacionales,
como la UNESCO. Es
por tal motivo que Trump le propina un zarpazo sionista a la entidad que vela
por el patrimonio cultural de la
Humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario