domingo, 1 de octubre de 2017
Octubre, con O de otoño
Llega, al fin, octubre, el mes que nos conduce directamente al otoño, aunque este comenzara oficialmente
a finales de septiembre. Es octubre cuando de verdad los bosques amarillean,
las nieblas acarician los valles y las tardes languidecen temprano para que los
venados exhiban su furor amoroso berreando por collados y vaguadas. Las nubes
flotan sobre los cerros cual coronas de algodón y las hojas viajeras abandonan
la inmovilidad arbórea para surcar riachuelos y acompañar el concierto de las
ranas. El frescor mañanero y las primeras lágrimas de rocío hacen brotar setas
y hongos diseminados por el terreno o entre las raíces y el tronco arropado de
musgo de encinas, pinos y robles. El ambiente se torna progresivamente gris y
el aire se llena de humedad para anunciar que la nueva estación que nos visita nos
aclimatará al invierno e inseminará la flora de cara a la próxima primavera.
Por eso octubre y otoño comparten algo más que esa "o" inicial del nombre,
comparten la esperanza de un nuevo ciclo que ellos auguran con el signo
incompleto de una exclamación: ¡O!
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