Es viernes, día de portazo en estampida para quienes disfrutamos de una semana laboral de cinco días, un auténtico privilegio en estos tiempos de incertidumbre para el empleo y la economía general del país. Pero es un día extraño, de raras sensaciones, tras las coincidencias que lo precedieron en relación con la historia regional, nacional e internacional, porque ayer, jueves 20 de octubre, se cumplió el 30 aniversario del referéndum del Estatuto de Andalucía, ETA anunció el fin definitivo de su actividad terrorífica y Gadafi fue capturado y ejecutado por los sublevados de Libia -con ayuda de la OTAN-, último trofeo de una "primavera árabe" de resultados insospechados. Demasiadas noticias como para enfrentarse al fin de semana ligero de “equipaje neuronal”. Habrá que liberar la mente de tanta densidad apelmazada si pretendemos que los sentidos sientan el estímulo de lo liviano y refrescante, como la sonrisa inocente de los nietos, la luz suave de una mañana tranquila o la caricia tierna del otoño. Habrá que desconectar para que el viernes impregne con sus ansias de libertad una voluntad perpleja y cautiva por los acontecimientos. No hay que dejar que los viernes pierdan su significado esperanzador de una vida que, de vez en cuando, se despliega sin ataduras. Nunca.
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