Este otoño ha sido perezoso y no ha querido acariciarnos con su mano desnuda y húmeda, pero al fin lo ha hecho. Hoy las primeras lluvias han regalado a los impacientes el arrullo relajante del agua que murmulla en medio de la noche. Los primeros charcos nos devuelven la imagen de unos rostros que se reflejan asombrados de un cambio no por súbito, menos esperado. Y nos hacen adormilarnos con el recuerdo de aquellas melodías que nos llevaban a bailar hasta el final del amor, arropados por la voz profunda y lenta de Leonard Cohen. La lluvia nos hace soñar, ateridos de nostalgia.
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