En mis tiempos de mocedad, cuando agosto enlentecía las
horas y derretía las aceras, una de las pocas diversiones que podíamos
permitirnos, a falta de coches, aire acondicionado y dinero, era averiguar cuál
sería la canción del verano entre todas las que sonaban por la radio, la
televisión y los altavoces de los cochecitos locos. Porque cada verano tenía su
canción, la más insistentemente difundida por doquier hasta acabar gustándonos
a todos. No había sarao, discoteca o bar donde su continua cantinela machacara nuestros
oídos sin misericordia. Con más de 50 agostos a cuestas, guardo dulcificados
recuerdos de algunas canciones que, si no eran precisamente las distinguidas
como las del verano, eran al menos las que a mí más me atraían porque
satisfacían mis gustos eclécticos en música. Haciendo una selección emocional,
más nostálgica que rigurosa, las que siguen son algunas de mis canciones
predilectas que solía escoger en las máquinas de discos de los bares. Son 12
canciones de años en que nada nos podía encerrar en nuestras casas, a pesar del
calor. Evidentemente, no son las mejores, pero son las que todavía conservo en
aquellos singles de vinilo que, de vez en cuando, décadas después, aún
pincho en el tocadiscos. ¡Que las disfruten!
-Child, de Canarios. (1968)
-Fortunate Son, de Credence Clearwater Revival (1969)
-Mujer de magia negra, de Santana (1970)
-Without you, de Nilsson (1970)
-¿Es que realmente alguien sabe qué hora es?, de Chicago
(1970)
-Papa was a rolling´stone, de Temptations (1972)
-My way, de Nina Simone (1972)
-Cantares, de Miguel Ríos (1972)
-Harmony, de Ben Thomas (1972)
-Suavemente me mata con su canción, de Roberta Flack (1973)
-Así habló Zarathustra, de Eumir Deodato (1973)
-Only you, de Yazoo (1980)
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