Me preparo para un cambio, para intentar adaptar mi vida a las nuevas condiciones que me aguardan tras un recodo de este trayecto vital que recorro siempre confiado en hallar más oportunidades que obstáculos. Esta actitud no me impedido tropezar, en algunas ocasiones, con verdaderos problemas que, hasta la fecha, no han hecho mella en mi ánimo ni me han apartado del camino. Pero lo cierto es que, esta vez, he de modificar el paso para adentrarse con precaución en una zona desconocida, transitar por una región ignota de la existencia que puede depararme algunas sorpresas, justamente cuando confiaba haberlas dejado atrás. Vuelven algunos sobresaltos a alterar la placidez de un deambular por los espacios diáfanos de la existencia. Retornan la incertidumbre y los temores que me hacen volver la cabeza a cada paso presagiando algún peligro. Me debato, a estas alturas de la vida, en distinguir lo real de lo infundado de unas amenazas que me obligan a andar como un egipcio, casi de perfil, girando la cabeza constantemente de lado a lado. Es el miedo, mezclado con la alegría, a un cambio de estado. Es la inquietud por un mal presagio. Quedémonos con su melodía burlona.
sábado, 27 de agosto de 2016
Andar como un egipcio
Me preparo para un cambio, para intentar adaptar mi vida a las nuevas condiciones que me aguardan tras un recodo de este trayecto vital que recorro siempre confiado en hallar más oportunidades que obstáculos. Esta actitud no me impedido tropezar, en algunas ocasiones, con verdaderos problemas que, hasta la fecha, no han hecho mella en mi ánimo ni me han apartado del camino. Pero lo cierto es que, esta vez, he de modificar el paso para adentrarse con precaución en una zona desconocida, transitar por una región ignota de la existencia que puede depararme algunas sorpresas, justamente cuando confiaba haberlas dejado atrás. Vuelven algunos sobresaltos a alterar la placidez de un deambular por los espacios diáfanos de la existencia. Retornan la incertidumbre y los temores que me hacen volver la cabeza a cada paso presagiando algún peligro. Me debato, a estas alturas de la vida, en distinguir lo real de lo infundado de unas amenazas que me obligan a andar como un egipcio, casi de perfil, girando la cabeza constantemente de lado a lado. Es el miedo, mezclado con la alegría, a un cambio de estado. Es la inquietud por un mal presagio. Quedémonos con su melodía burlona.
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