viernes, 19 de agosto de 2016
Mi agosto
Vivo mi agosto apurando los días de este sol que nos da calor y nos impele a evadirnos de los compromisos adquiridos, de romper los estrechos márgenes que condicionan la existencia para que la foto que nos identifica no resulte desenfocada ni desordenada con los cánones de lo convenido. Disfruto de esta luz que nos predispone al último deambular por las rutinas que nos han hecho transitar del trabajo a casa y de casa al trabajo cual enfebrecidas hormigas afanadas con su destino, ajenas a cuanto les rodea y libres de toda consciencia. Mi agosto me conduce a un otoño vital de días breves pero pleno de amaneceres y ocasos que deslumbrarán mis ojos y despertarán ilusiones inéditas hasta entonces. Me precipita a un otoño a la vez grisáceo y luminoso que, por su inevitable caducidad, te obsequia el disfrute de lo que ya no volverá, de un tiempo postrero para aprovechar los anhelos insatisfechos y dejar que nuevas esperanzas alumbren sus sombras. Mi agosto me encamina, sin apenas darnos cuenta, a completar un ciclo que se cierra para justificar y dar sentido a su propia existencia. Y nos hace sentir, en las horas finales de este estío, la placidez de las aguas mansas que se tranquilizan antes de su desembocadura al mar. Así vivo yo mi agosto.
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