lunes, 28 de octubre de 2013
Desaparecen los canallas
Ayer murió Lou Reed, el autor menos correcto en sus letras y
músicas del rock de nuestra adolescencia, y el que, con su rostro duro y voz
gutural, representaba al canalla indisciplinado que queríamos ser, pero no nos
atrevíamos. Era el músico que cantaba los excesos de la vida y los vicios que
se hallan en el lado salvaje de cualquier existencia que se apura hasta la
última gota. No fue un poeta pulcro pues el orden, incluso gramatical,
significaba estar sujeto a una sumisión que cercena las ideas, ni tampoco un
prestigioso guitarrista, pues sus canciones escapaban de los límites
establecidos del pop más condescendiente para bucear en la oscuridad en la que
habita la bestia que todos llevamos dentro, agresiva y desmadrada. Eso era,
precisamente, lo que nos atraía del autor de Walk on the wild side, Heroin, Sweet Jane y otras canciones que nos hacían sentir tan indómitos como él. Con Lou Reed desaparece el canalla que anida en nuestro interior y que gusta traspasar el borde de lo tolerado. Van cayendo uno tras otro, anticipando una derrota que nunca reconocemos.
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