Hay días en que el ánimo se despeña y la desesperación,
cunde. Días en los que perdemos la esperanza y la confianza en nosotros mismos.
Pero el desánimo no es por mí en particular, porque me considero un afortunado
que está (todavía) sano, no ha perdido sus ingresos (pensión), disfruta de las
comodidades de su hogar y su familia está confinada pero sana, sino por
nosotros como país.
Porque este país ha conquistado un desgraciado récord´: supera
ya a China en número de fallecidos por coronavirus, y con una población 70
veces menor que la del país asiático. Algo, por tanto, no se está haciendo bien
para que no podamos controlar y frenar la expansión de esta epidemia, como
lograron chinos y surcoreanos. Teníamos los ejemplos de aquellos países, además
de los de Italia y Japón, y parece que no aprendemos de sus aciertos ni evitamos sus errores. Nos dedicamos a pelearnos entre nosotros.
Antes de unirnos frente a esta pandemia, como dice la
propaganda oficial, algunos aprovechan la desgracia para confrontar con el
gobierno. Son aquellos buitres de la política que prefieren obtener réditos de una
catástrofe sanitaria en vez de ayudar a combatirla. Los mismos que no hacen más
que preguntar por qué no se prohibió la manifestación del 8-M (Día de la Mujer)
en Madrid, para no tener que hacer la pregunta pertinente: por qué Madrid ha
sido tan vulnerable a esta infección hasta convertirse en el mayor foco de la
misma. Hacen uso del miedo para instalarnos en la sospecha y las acusaciones
gratuitas. Porque, que se sepa, también se celebraron esas manifestaciones feministas
en todas las capitales de provincia, sin que produjeran focos de infección tan
graves como Madrid. Además, se celebraron en España más de 4000 partidos de
fútbol, 680 de baloncesto, 1000 de otros deportes, 18000 misas en sitios
cerrados, el congreso de Vox y otras muchas congregaciones de público en cines,
teatros, conciertos, centros comerciales, etc., como informa en su cuenta de
Twitter Luis Beltri Baudet, y ninguno de ellos desató con tanta virulencia la
epidemia. ¿Por qué Madrid?
Que un país civilizado, moderno y relativamente rico, como
España, tenga problemas para frenar la infección, a pesar del confinamiento a
que nos tiene sometidos, es, más que preocupante, alarmante. Y que nuestros políticos
se dediquen a la diatriba partidista en lugar de aunar esfuerzos, es definitivamente
frustrante. Por eso no resultan extraños estos altibajos que padecemos. No somos
tontos ni crédulos que sólo se dedican a aplaudir. Sabemos que, si ese elevado
número de muertos es la ola de la que nos habían advertido, nos están mintiendo.
Esto es un tsunami que los desborda. Nos arrasa a todos. Por eso, hoy, el
pesimismo hace mella en mí. Lo siento. Dejo la actualidad y vuelvo a Cioran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario