Dónde la luz que ilumina mi mirada, dónde la voz que
ahuyenta mis miedos, dónde la mano que compensa mis debilidades, dónde el pecho
que perdona mis afrentas, dónde las caricias que estimulan mis sentimientos,
dónde el abrazo que me abriga de mi soledad, dónde el aliento de tu compañía, dónde
la sonrisa de tu comprensión, dónde las lágrimas que comparten mi dolor, dónde
tus besos que endulzan mi boca, dónde el amor que nunca me negaste, dónde hallar
lo que siempre me diste desde que estás a mi lado. Dónde guardarte para no
perderte. Dónde sentir ese corazón, del que brota tanta entrega, cuando ya no
palpite. Dónde buscarte cuando seamos sólo un recuerdo que nadie conserva. Dónde, Charo, adorarte.
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