Ha costado trabajo llegar a este punto por el secretismo en
la preparación de las iniciativas que debían conformar dicho programa, hasta el
extremo de despertar la alarma y desatar los nervios en los responsables de
algunas de las instituciones más directamente vinculadas al proyecto. No hace
mucho, el director de la Real Academia
Española de la Lengua
(RAE), Darío Villanueva, advertía de que “el tiempo empieza a correr y la
conmemoración del Estado no se conoce”. Su homólogo del Instituto Cervantes,
entidad constituida para promover el estudio del español en el mundo, Víctor de
la Concha , también
deploraba en octubre pasado el retraso de los trabajos de la Comisión. Causaba
perplejidad que los ingleses, que también celebran el cuarto centenario del
fallecimiento de William Skakespeare, ya hubieran publicado un artículo a nivel
mundial, de la mano de su primer ministro, David Cameron, para anunciar los
fastos con los que piensan conmemorar durante todo este año a su autor
igualmente universal. España perdía la oportunidad de liderar las iniciativas
que han de marcar un año de especial relevancia en la literatura universal y de
enorme trascendencia en el ámbito cultural español.
Ayer se supo que el año cervantino arrancará en marzo con la
inauguración de la exposición Miguel de
Cervantes: de la vida al mito (1616 – 2016), que se organizará en la Biblioteca Nacional
y mostrará un conjunto de piezas relacionadas con la vida y obra del escritor
procedentes, en su mayor parte, de los fondos de la propia Biblioteca, a los
que se suman otros cedidos por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares (ciudad
natal de Cervantes) y de los archivos de Simancas, Universidad de Sevilla y
General de Indias, también de Sevilla. Aunque el peso de la conmemoración
descansará en las exposiciones, organizadas por los distintos organismos y
entidades que colaboran en la celebración del IV Centenario de la muerte de
Miguel de Cervantes, el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, aclaró
que el programa recién presentado “está abierto a las propuestas” que se
seguirán recibiendo y que prolongarán estas celebraciones hasta junio de 2017.
En un país en que los índices de lectura son preocupantes y
delatan nuestras preferencias, desaprovechar esta efemérides para fomentar este
hábito entre los jóvenes, mediante iniciativas culturales encaminadas a
divulgar el conocimiento y la obra de este autor en la comunidad educativa,
parece un sinsentido, por mucho que se empeñe el Gobierno en resaltar la
participación y la inversión privada en el evento, a la que se le ofrece
desgravar con un 90 por ciento sus aportaciones en la colaboración y
realización de las actividades de este cuarto centenario. Aunque es verdad que
la conmemoración contempla exposiciones relativas al Siglo de Oro en el Museo
del Prado, realización de espectáculos teatrales, la creación de un ballet por la Compañía Nacional
de Danza, la grabación de varias series por Radiotelevisión Española, y hasta
la puesta en marcha de una página web sobre la efemérides, entre otras
iniciativas, la mayor parte de los actos están subordinados a la voluntad de cada
organización o institución participante, cuya autonomía de colaboración se
respeta. Es decir, aparte de acciones propagandísticas, que encima cuentan con
importantes bonificaciones fiscales, con que se autopublicitarán estos
organismos e instituciones al albur de los 400 años de Cervantes, poco queda
que sirva en realidad par que los españoles valoren la importancia capital de
Miguel de Cervantes en la cultura hispana y en la literatura universal, y se
sientan atraídos por conocerlo y leerlo.
Por ello es de destacar que, al margen de los fastos y de la
indolencia oficial, surjan iniciativas realmente enfocadas a la divulgación de
la obra de Cervantes, como la edición del Instituto Cervantes, el año pasado,
de Don Quijote de la Mancha , dirigida por
Francisco Rico y publicada por la editorial Espasa, con el patrocinio de la
caja de ahorros La Caixa. Y
la traducción al castellano actual que hace Andrés Trapiello de la misma obra,
en ediciones Destino, con prólogo de Mario Vargas Llosa, con la noble intención
de hacer que el Quijote vuelva a ser
esa novela “clara” en la que nada es ininteligible y para que los niños la
manoseen, los mozos la lean, los hombres la entiendan y los viejos la celebren.
Estas dos iniciativas resultan, en sí mismas, más eficaces para dar a conocer a
Cervantes que todos los actos ideados por la Comisión gubernamental.
Lienzo de Babel también aportará
su insignificante contribución a la conmemoración del IV Centenario del fallecimiento
de Miguel de Cervantes con la inserción de un lema en la página durante todo el
año 2016. Si con ello conseguimos que, al menos, un lector del blog caiga en la
tentación de leer alguna obra de Cervantes, nos daremos por satisfechos.
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