miércoles, 30 de diciembre de 2015
Fotorresumen de España en 2015
En el contexto europeo en el que nos desenvolvemos, convulsionado
por una crisis de refugiados sin precedentes que deja un rastro de víctimas inocentes
que pagan con sus vidas poder alcanzar nuestras costas, y sacudido por la
violencia terrorista de un fanatismo islamista que lo mismo ametralla
redacciones de revistas que cafeterías y discotecas, España ha consumido el año
que acaba empachada de elecciones que han certificado la llegada a la política de
nuevos partidos emergentes. El bipartidismo surgido en la Transición evoluciona
para dar paso a una política plural en sintonía con una España también plural.
La libertad, especialmente en democracia, siempre encuentra cauces para romper las cadenas
que intentan atenazarla, como esa ley mordaza
que, so pretexto de una supuesta Seguridad Ciudadana, el Gobierno implantó para
acallar las protestas y las movilizaciones pacíficas de unos ciudadanos hartos
de desahucios, reformas laborales que abaratan despidos, una precariedad que
causa más paro y salarios indignos, políticas de austeridad que hacen caer el peso de la
crisis sobre las víctimas, no sobre los verdaderos culpables (los especuladores), recortes
que empobrecen a los que poco o nada tienen, no a los pudientes, limitación de derechos en
nombre del mercado y los negocios para que el capital no tenga barreras en su
codicia ni freno su avaricia, y un simulacro de recuperación que genera más desigualdades y agranda
la brecha entre ricos y pobres. Una brecha, también territorial, que motiva la separación de los
que se creen distintos y con mejores
recursos que el resto y, por ello, tensan la cuerda de la legalidad para quebrantarla y
crear un clímax favorable a sus alucinaciones de independencia, cuando en realidad son
tan semejantes en todo que, hasta el “patriarca” del mito nacionalista y su numerosa familia manosean
una bandera y los sentimientos que despierta para camuflar los chanchullos de una corrupción que carcome la política, las instituciones y a las honorables personas que se dejan corromper,
sin detenerse en ilusas fronteras ni respetar distingos identitarios. En medio de tanta convulsión, la indignación cívica se moviliza contra el terrorismo, contra el empobrecimiento, contra las
mordazas y contra tantos abusos, y revoca su confianza en quienes la han traicionado y menospreciado en este año a punto de finalizar.
2015 ha
sido un año de transición hacia una nueva etapa que está por escribir... y descubrir. ¡Ojalá que para bien!
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