La violencia que sufren Tamara, Mª del Águila, Francisca,
Otilia y muchas más las ha llevado a la tumba a manos de sus compañeros
sentimentales, auténticos asesinos que sólo así, de manera cobarde y causando
la muerte, podían soportar perder lo que creían que era suyo y carecía de
dignidad y sentimientos. Más de 50 mujeres han perdido la vida en España este
año, como las citadas anteriormente, a causa de la sinrazón de un machismo que
desea mantener situaciones de desigualdad en las que impone su dominio sobre la
mujer. Una situación que atenta contra la dignidad, la libertad y la integridad
de la mujer, sin que la sociedad sepa reaccionar con contundencia y eficacia
para erradicar una lacra que ya acumula, desde el poco tiempo que lleva
contabilizándose, tantas víctimas mortales como el terrorismo de ETA en
toda su macabra historia.
Rosemary, Chari, Dolores, Marina, Mª José o Almudena
engrosan la fúnebre lista de mujeres, con edades comprendidas entre los 23 y 76
años, con estudios o sin ellos, trabajadoras o amas de casa, que sólo por su
condición sexual, por ser simplemente mujeres, han sido arrebatadas violentamente
de la vida por sus maridos, novios o compañeros sentimentales a puñaladas,
golpes, balas, atropelladas o lanzadas al vacío, muchas veces frente a sus
propios hijos o junto a otros familiares. Todavía, frente a esta violencia
gratuita y demencial, hay quienes no alcanzan a distinguir la gravedad del
problema o banalizan su importancia, criticando las insuficientes y pobres
medidas adoptadas para combatirlo. Todavía hay miserables que pretenden
minimizar el alcance de un mal que amenaza a la mitad de la población y que se
incuba en el interior de los hogares, reproduciendo estereotipos patriarcales y
ámbitos sociales y culturales basados en la desigualdad de la mujer frente al
hombre.
Para Sandra, Antonia, Divina y tantas otras no ha existido
un viernes negro, sino todo un año negro que se ha cebado con sus vidas para
sepultarlas bajo la losa del olvido y el desinterés de una sociedad que no ha
sabido defender el más preciado de sus derechos humanos: la vida. La violencia
contra la mujer es un cáncer que debemos erradicar en toda sociedad que se
considere civilizada. Y un problema que nos concierne a todos, a fin de evitar
que se produzca otro black year para
la mujer.
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