viernes, 25 de diciembre de 2015
Black Friday
Hoy, 25 de diciembre, es para mi un “Black Friday”. No por ser día de Navidad ni por ser viernes, sino porque la festividad me hurta de un placer inveterado del que disfruto desde que tengo uso de razón: leer la prensa por la mañana, junto al primer café o durante el desayuno. Hoy es un auténtico “viernes negro” para el consumidor habitual de periódicos, sin los cuales el día transcurre con una extraña sensación de anomalía, como si le hubieran amputado los momentos más deseados para la plácida concentración y la serena intimidad, enfrascados en la lectura. Un día sin prensa es un día raro, minusválido y desasosegante para quien visita diariamente los kioscos y gusta hasta del olor y el ruido de manipular unas páginas sobre las que recorrer la mirada ávida de noticias e información. Es como si faltara el aire. La falta de prensa diaria provoca algo parecido al ahogo en quien depende del oxígeno de la lectura para iniciar la jornada. Sé que se puede seguir la actualidad a través de los medios digitales u otros soportes mediáticos, pero a los que prefieren el obsoleto y desprestigiado papel, en libros y prensa, no existe alternativa que proporcione una satisfacción semejante. Por eso, hoy es un verdadero “viernes negro” que, para colmo, se repetirá la próxima semana, el día 1 de enero, también viernes, también negro. Es peor que una maldición, es una auténtica tortura que te hace desear que estos días pasen lo antes posible para ir corriendo al kiosco a darte un chute de prensa.
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