Para los que tienen la suerte de no haber conocido al
personaje en cuestión, Rato fue el gran artífice de las políticas económicas
que alaban quienes hoy nos empobrecen, todo un soberbio icono de la economía
liberal para alumnos y antiguos subordinados suyos –entre ellos, Luis de
Guindos y Cristóbal Montoro, secretarios de estado bajo sus órdenes- quienes, prosiguiendo
sus objetivos neoliberales, nos conducen en la actualidad hacia un modelo de
sociedad caracterizado por la pobreza, la precariedad y las desigualdades.
Estas aparentes casualidades (Rato y la precariedad) evidencian hasta qué punto
los hechos no se dan de forma aislada, sino que guardan relación y explican
consecuencias, como las que expone el citado informe, que han sido intencionadamente
inducidas por los promotores de unas políticas concretas, que nacieron con
Aznar/Rato y se profundizan con Rajoy/Guindos/Montoro, utilizando ahora la
crisis como excusa.
Para un seguidor atento de la realidad, hablar de Rodrigo Rato
es repetirse, incidir en lo ya señalado -incluido este blog- porque el
personaje sólo engañaba a quienes querían dejarse engañar y se embobaban con
sus soflamas acerca de las bondades de una economía basada en la desregulación,
bajada de impuestos y el progresivo debilitamiento de los pilares del Bienestar,
que son esas políticas sociales consideradas “gasto” innecesario para el Estado.
En ese sentido, el exvicepresidente ha sido un peón fiel de la ideología del
partido en el que milita y que continúa la “transformación económica y social”
que él iniciara en los tiempos de Aznar. La única novedad, al parecer común
entre los “pudientes” de su formación (Luis Bárcenas, Ignacio González y esa
lista de amnistiados que no se quiere publicar), es el enriquecimiento por vías
espurias, saltarse la ley (no pagar impuestos) y abrir cuentas en Suiza.
Lo malo de Rato no es que sea un delincuente, sino que el
modelo de sociedad que abandera, desde que tenía responsabilidades políticas
hasta con la golfería delictiva que practica, es el de una sociedad carente de
derechos sociales y gobernada por y para el Capital, caracterizada por la precariedad en
lo laboral y la desigualdad en el marco social. Justo lo que refleja el extenso
trabajo (98 páginas) que ha publicado la Asociación Estatal
de Directores y Gerentes en Servicios Sociales. Rodrigo Rato ha sido ejecutor
–y beneficiario para sus intereses lucrativos- de esa desigualdad estructural
que intencionadamente se ha instalado en la sociedad española, impuesta por una
concepción económica neoliberal, que induce a la pobreza.
Decisiones políticas, adoptadas desde mucho antes de aparecer
la crisis económica y mantenidas con excusa de ella, son las que condenan al 30
% de la población española (14 millones de personas) a la pobreza o la
vulnerabilidad permanente, sin posibilidad de movilización social y sometidas a
un fuerte deterioro que genera desarraigo, desafección, marginación y
conflictos. Ello no es fruto de un cataclismo inevitable, sino provocado por
quienes participan de esa ideología de Rato que busca preservar al Capital en
el reparto de la riqueza, en
detrimento de la fuerza del Trabajo (Reforma Laboral que deteriora salarios,
condiciones laborales, abaratamiento del despido, precariedad en forma de
temporalidad y fragmentación del mercado de trabajo, etc.), mantiene un sistema fiscal ineficaz e injusto (que
beneficia los intereses de quienes disponen de rentas de capital sobre las
rentas del trabajo) y una reducción progresiva del gasto público en protección social (recortes y ajustes en sanidad,
educación, dependencia, becas, etc.) que provoca desprotección en los sectores
más desfavorecidos de la sociedad. Rodrigo Rato es todo un símbolo (“el mejor
ministro de economía de la
Democracia ”, según sus correligionarios) de este estado
social que se quiere –y se está consiguiendo- instalar en la sociedad española,
basado en un deterioro intencionado de lo público y la desigualdad extrema, que
es contrario a los intereses del 99 % de la población, pero beneficia al 1 % de
los privilegiados de España.
Lo repugnante de esta situación, si es que hay algo más repugnante que empobrecer voluntariamente a la mayoría de la población, es que los hechos demuestran que muchos de los que persiguen tales objetivos son ladrones que sólo buscan aprovecharse de sus privilegios para enriquecerse aún más, gente insolidaria y egoísta que defiende exclusivamente sus intereses personales en perjuicio del interés general e iluminados inmorales que no hacen asco a castigar a los ciudadanos mientras ellos delinquen sin escrúpulos y sin vergüenza. Ese el estado social de Rato y compañía que denuncia contundentemente el informe cuya lectura recomendamos. Causa escalofríos conocer dónde nos está conduciendo, pero pone los pelos de punta constatar la catadura de quienes nos guían hacia ese modelo de sociedad tan indeseable para la inmensa mayoría.
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