viernes, 12 de diciembre de 2014
Placeres cíclicos
No es la primera vez, ni será la última, que traigo este
disco que me acompaña desde hace muchos años, y cuya música, variaciones al piano
de George Winston, me transporta a ese estado que contadas ocasiones
alcanzamos y que nos enfrenta a nuestros pensamientos, haciéndonos vagar, sin rumbo, por todos
los rincones de nuestra existencia. Las horas finales de los fríos días de invierno,
cuando buscamos el abrigo del hogar y ese calor familiar que desprenden las
cosas que nos rodean en su interior, suele ser el momento en que me refugio en
el salón para escuchar estas melodías, tan tranquilas y solitarias como el alma
que traspasan y a la que elevan al más sublime de los nirvanas que pueden
disfrutarse en la intimidad de tu ser en soledad. Es un hábito al que no
renuncio y en el que reincido cada vez que necesito hallarme conmigo mismo, aislarme del ruido de la vida y librarme de las ataduras que nos condicionan, sin
importar incluso que sea diciembre para escuchar precisamente December. Cíclica coincidencia.
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