miércoles, 10 de diciembre de 2014

El desnudo como protesta


El Huffington Post España
El cuerpo humano expresa no solo lo que somos -animales bípedos, lampiños y grotescos-, sino también cómo somos y lo que queremos. Si nos vestimos para representar un papel o irradiar una imagen deseada de nosotros mismos antes que para protegernos de las inclemencias ambientales, desnudos también comunicamos intenciones y mensajes que, en su simpleza, están envueltos en el espectáculo de lo insólito y provocador. La desnudez es llamativa y efectiva como forma de protesta. No es algo nuevo.

Femen, el grupo feminista que suele acabar detenido tras sus actividades, atrae la atención hacia sus denuncias con los senos desnudos o pintados con palabras alusivas a los motivos de sus protestas. Consiguen así una difusión de sus reivindicaciones que de otra manera pasarían inadvertidas. Compiten con una publicidad que hace lo mismo, mil veces más persuasiva y potente, pero con fines totalmente distintos. Los pechos al aire de las manifestantes pretenden sensibilizar de situaciones, leyes, actuaciones y abusos que siempre perjudican a la población o a los más débiles e indefensos, sean personas, pueblos, animales o la naturaleza. Es decir, no persiguen venderte un coche haciéndote creer que con él serás irresistible para las mujeres, sino que reconozcas la inteligencia de la mujer para decidir sobre su embarazo y abortar si quiere, por ejemplo.

O para denunciar que, sin ser necesario, criemos en las peores condiciones y luego matemos animales por el capricho de vestir sus pieles y aparentar un “estatus” social, no para protegernos del frío, gracias a un baño de sangre cruento e inútil. Justo eso es lo que buscan los activistas de la asociación AnimaNaturalis que posan desnudos en Barcelona, tintados con sangre artificial, para repudiar la matanza de animales y arrancarles la piel que promueve la industria peletera. Es una iniciativa provocativa que llama la atención. Muchos de los que reciben la imagen percibirán sólo la desnudez de los protagonistas, pero algunos de ellos comprenderán el mensaje simbólico que traslada y podrán, al menos, recapacitar sobre un problema basado en la industria de la vanidad humana y evitarán sucumbir a sus provocaciones publicitarias. Mientras más se reproduzca la fotografía en los medios de comunicación, a los que accede gracias a la desnudez, más difusión tendrá la protesta y más conciencias podrán agitarse de su adormecimiento.

El desnudo como forma de protesta es eficaz, siempre y cuando se haga de manera delicada, con respeto y arte, y sin abusar del recurso. Su continua repetición anularía el efecto sorpresa y provocador para convertirlo en un simple reclamo comercial más, carente de originalidad y vacío de atractivo. No es el caso de esta fotografía que nos hace aborrecer a los asesinos de animales que nos cubren con su pelaje.

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