Córdoba es una ciudad que constituye un ingrediente fundamental en mi bagaje existencial, no sólo por el atractivo monumental que encierra, sino porque fue mi primer destino profesional durante poco más de un año. Allí experimenté muchas cosas por primera vez y ello crea un vínculo sentimental indeleble entre esa ciudad y yo que periódicamente me obliga a visitarla en cuanto su ausencia se deja notar y aviva la añoranza en mi memoria. No necesito ningún motivo para regresar a ella.
Pero este año, además, participa en el Festival de la Guitarra que anualmente
se celebra en Córdoba un guitarrista que también condimenta mis gustos
musicales desde que lo descubrí hace más de 30 años. Sus discos los reproduzco
con cierta frecuencia en mi equipo Hi Fi –el electrodoméstico más preciado de
mi casa- con el embeleso de quien los considera obras clásicas del jazz fusión
y la música moderna. Y tengo ocasión de asistir a un concierto en directo de
Pat Metheny y su nueva banda, en la que no figura, por desgracia, su fiel
pianista Lyle Mays.
La primera vez que escuché a este artista en directo fue
también la friolera de años en el Palacio de Deportes de Sevilla. Llovía a
cántaros y caían goteras sobre el escenario. Pero la música nos envolvió con
los acordes de unos instrumentos magistralmente ejecutados hasta aislarnos de
esas malas condiciones ambientales. El recuerdo que tengo desde entonces
es memorable, como el vacío de mi mejor amigo que me acompañaba, tempranamente desaparecido por una traición de la vida.
Todo ese marco vivencial vuelve a confabularse para, de
alguna manera, ofrecerme la oportunidad de revivir tan profundas y arraigadas
sensaciones vitales. El mes próximo acudiré al concierto de Pat Metheny en
Córdoba. Córdoba y Metheny, dos faros que alumbran mi existencia y condicionan
gratamente mi vida. ¿Quieres venir conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario