Se consume el primer trimestre del año en una primavera que guarda añoranza del invierno y se empeña en recobrar madrugadas de frío y días opacos de tormentas inesperadas que descargan una lluvia impertinente sobre tejados y campos. Un cielo blanco sirve de telón a la ciudad que se recorta en perfiles monumentales en los que nos sorprenden estampas arrancadas de un tiempo vencido que se niega desaparecer. Así inauguramos abril, en el que el sol nos brinda una postrera oportunidad de despedirnos del invierno antes de someternos al deslumbrante y absoluto retorno de su dominio, permitiendo que este mes conserve la añoranza de los días grises.
Foto: Jaime Velasco |
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