Doblegado por lo establecido y con careta de felicidad, me dejo llevar por la costumbre de parabienes y consumismo que exigen estas
fechas. Pero, puestos a expresar buenos propósitos, preferiría que se respetasen la dignidad, la
igualdad y la justicia de las que nos despojan cuando recortan derechos y libertades quienes mutilan la democracia en nombre del mercado. Y
si, a pesar de todo, sigues empeñado en celebrar algo, hazlo sin remordimientos: es
la única manera de, con la que está cayendo, que no te amarguen las fiestas. El motivo es lo de menos.
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