domingo, 1 de diciembre de 2013
December
Ya es inevitable que, cada vez que inicio la última hoja del calendario, haga referencia a una obra de George Winston que lleva por título precisamente December. No sólo por el
sustantivo común que unen al mes y el disco, sino porque ambas experiencias, la
de la estación invernal y la de la música, coinciden con el reconocimiento de
una sensación que justamente por estas fechas me embarga en la introversión y
la placidez. Diciembre y December me
predisponen a la reflexión meditabunda y a la paz que habita en la soledad
elegida, no impuesta. Soy propicio, en contra de lo que pudiera parecer, a los
ambientes solitarios y a preferir por única compañía mis solos pensamientos
mientras me entrego a la lectura, a escuchar música o admirar un paisaje. Diciembre,
con sus fríos e inclemencias climatológicas que te recluyen en la intimidad, y December, con esos acordes al piano que invitan
a la evasión, constituyen ya, en mis hábitos consolidados, una especie de
referencia vital a la que permanezco fiel. Por eso vuelvo a reflejarla entre
mis desasosiegos más gratos.
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