Estamos cayendo por el tobogán del vertedero, el que nos
conduce, en el ejercicio de la política y en la labor fiscalizadora del
periodismo, al simulacro de la política y a la irrelevancia sumisa de los
medios. Estamos perdiendo los papeles y el respeto. Unos y otros. Se pierden
los papeles cuando la política elude los problemas –se niega hasta citar
nombres incómodos- y las preguntas de quienes debían rastrear los hechos hasta
encontrar la verdad que se desea soslayar, y se falta el respeto a los
ciudadanos, electores y lectores de medios de comunicación. La política
virtual, para que sea posible, necesita de la complicidad acrítica de los
medios, los cuales simulan una información que no es más que el dictado de un
mensaje enlatado y codificado por el emisor virtual. Unos y otros engañan a la
población a la que eluden, espantan a los ciudadanos de los que se mofan de
manera tan burda y renuncian al ejercicio real, honesto y útil de unas
vocaciones o profesiones que eligieron voluntariamente. Una sociedad que
permite esta tomadura de pelo de la política y del periodismo es una comunidad
gravemente enferma, que no es capaz de reaccionar ante la afrenta que le
hurta la exigencia de responsabilidades y la capacidad de adquirir los
conocimientos precisos para orientarse y guiar su futuro. Si ningún medio se
planta,
como era su obligación, yo me niego a comentar lo dictado por una
pantalla. Me da asco esta imagen de política virtual y periodismo irrelevante, me repugna como ciudadano y como periodista. ¡Puaf!
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