martes, 16 de abril de 2013
La Feria de las apariencias
Anoche dio comienzo, con el encendido de la portada, la Feria de abril de Sevilla, cita obligada para los amantes de las esencias rituales de la sevillanía más típica y vanidosa, la que gusta exhibirse impúdica al vuelo sensual de los volantes y a lomos de las caballerías. Una ciudad inmensa en su miniatura de representaciones y apariencias, soberbia en derroches emocionales y materiales que subliman condiciones sociales y estrecheces económicas de los integrados en esa Sevilla del folklore y las tradiciones, en la que conviven sin mezclarse grupos y clases sociales que conforman la sociedad sevillana. Y lo que para unos, una mayoría, es motivo de diversión que hace olvidar incertidumbres durante una semana, para otros, una minoría, es ocasión para el negocio y el establecimiento de relaciones siempre interesadas. En todo caso, un lugar donde combatir el fraude y las irregularidades fiscales, para los inspectores de Hacienda. Pasarela por la que los políticos pasean sus sonrisas más espléndidas y ofrecen sus abrazos más efusivos, y escaparate para que las élites se pavoneen con sus mejores galas y refuercen los lindes de su exclusividad tras los toldos vigilados de casetas exquisitas. Así es la feria de las apariencias para los narcisos de la Sevilla que se refugia en sus tópicos. Una explosión de luz, color, calor y bulla.
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