En Reino Unido ha cerrado el semanario News of the World al saberse que recurría al método de captar escuchas ilegales para elaborar sus noticias. Lo que podría parecer un uso hasta cierto punto habitual de un periodismo que basa su rentabilidad en el sensacionalismo más que en la investigación, como las cámaras ocultas, es en realidad el recurso fácil a optar por atajos al borde de la ley o claramente ilegales que no respetan el derecho de las personas a su privacidad e intimidad, llegando incluso a lesionar su honor y dignidad. Evidentemente, eso no es periodismo, eso es cualquier cosa menos periodismo.
News of the World pertenece al conglomerado mediático News Corporation, de Robert Murdoch, con decenas de cabeceras en todo el mundo, y que se caracteriza precisamente por primar el beneficio económico por encima de cualquier otra consideración, incluida la ideológica, aunque en la actualidad parezca ser el foco de radiación de las ideas conservadoras, sobre todo desde los medios de su división norteamericana, como es la Fox.
Pero más que agrupar medios hasta opuestos (The Sun, The Times, New York Post, The Wall Street Journal, por citar sólo medios escritos), lo más destacable del imperio Murdoch es su desprecio a la legalidad (escuchas ilegales), las legislaciones (radica sus empresas en paraísos fiscales) y la responsabilidad social de los medios de comunicación (“irregularidades” en la información), todo ello orientado hacia la búsqueda de la máxima rentabilidad.
Podría argüirse que esa es la finalidad de cualquier empresa, también de una empresa periodística. Sin embargo, aunque el objetivo sea ganar dinero, los medios para conseguirlo han de atenerse a la legalidad en la que se enmarca cada negocio, sin recurrir a métodos claramente delictivos como las escuchas ilegales. Pero es que, además, los medios de comunicación, dada la repercusión social del producto que elaboran (información), asumen una responsabilidad ante la sociedad de ser honestos, veraces e independientes a la hora de reflejar la realidad y las diversas ramificaciones que la condicionan.
Es fácil la connivencia de emporios de esta naturaleza con el poder económico y político en busca de un beneficio mutuo. La cadena Fox, del mismo Murdoch, es acusada en este sentido de hacer un tratamiento favorable de la guerra de Irak por las facilidades que obtuvo de la Administración norteamericana a la hora de “desembarcar” (comprar medios) en aquel país.
En Inglaterra, curiosamente, está en trámites de adquirir la totalidad de acciones del canal de televisión vía satélite BSkyB cuando se descubre la polémica de las escuchas ilegales de News of the World, una versión dominical de su hermano The Sun, también sensacionalista y uno de los diarios de más tirada. No hay que olvidar que Murdoch posee el 40 por ciento de los diarios nacionales de Reino Unido. Y el antiguo director de News of the World, Andy Coulson, dejó el periódico para ser director de comunicación del Partido Conservador y posteriormente jefe de prensa del Primer Ministro David Cameron, puesto del que ha dimitido cuando la polémica de las escuchas tomó nuevo impulso en enero pasado.
La trama de influencias y relaciones de los grandes conglomerados mediáticos es compleja y poderosa y se inscribe en la propia dinámica empresarial de un crecimiento ilimitado. Sin embargo, el periodismo ha de desarrollarse en función de una ética y deontología profesional que no socave su patrimonio más valorado: la credibilidad. Y aunque parece que ya no hay una moral que conduzca las actuaciones empresariales salvo el afán desmesurado por el lucro por encima de todo, en empresas periodísticas existen límites establecidos por la propia naturaleza del producto que elabora, información, que se convierte en la naturaleza de un derecho, derecho a la información. Los medios responden a este derecho ofreciendo información veraz, lo más objetiva posible y de interés social. Asumen así una responsabilidad social ineludible.
Hacer “información” basándose en escuchas ilegales que afectaban a más de 3.000 personas, entre las que se encuentran deportistas, políticos, famosos o ciudadanos anónimos (como una niña secuestrada que había sido asesinada cuando el diario espiaba el buzón de voz de su teléfono móvil, lo que hizo abrigar esperanzas a la familia de que estuviera viva porque se borraban mensajes), no es periodismo.
Robert Murdoch ha decidido cerrar News of the World como mal menor para preservar sus intereses en Inglaterra. Protege su negocio, no al periodismo digno de tal nombre, aunque se base en otros medios de comunicación ingleses. Ello es algo a tener en cuenta cuando se adquiere el ejemplar de un periódico para saber lo que sucede en el entorno que nos afecta. ¿Qué nos venden? Hay que saber distinguir lo que es periodismo de lo que no. Y en España también hay industrias mediáticas ligadas a conglomerados internacionales que editan prensa local, televisión, radios, medios audiovisuales e internet. Hay que aprender a leer para poder distinguir información de manipulación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario