martes, 14 de abril de 2020

Nana de la sombra


Un niño, como tantos, nació casi con el confinamiento. Encerrado en su cuna, apenas ha sentido los rayos del Sol. Ignora cuanto pasa y lo que ocurre, qué es lo que le hurta paseos en los que la brisa y la luz acariciarían su rostro. Por eso, estropeando el poema Nana de la cebolla, de Miguel Hernández, le dedico esta Nana.

Nana de la sombra

El Sol es una sombra
oscura y extraña.
Sombra de tus días
y mis preocupaciones.
Falta de luz y sombra,
oscuridad de penumbras
pesada y larga.

En la cuna en sombras,
mi niño estaba.
Con hambre de luz
se amamantaba.
pero sus ojos,
buscaban la luz
y no la hallaban.

Tu risa nos hace libres,
nos pone alas,
soledades nos quita,
confinamientos arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tu rostro
relampaguea.

Es tu risa la luz
más victoriosa,
vencedora de las sombras
y las alondras.
Rival del Sol,
porvenir de tiempos
llenos de amor.

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