Con los primeros calores que preludian el verano, una
efímera y minúscula ciudad de casetas de madera se instala cada año en la Plaza
Nueva de Sevilla, en pleno centro, para que curiosos y visitantes se entreguen
a indagar lo que la habita y motiva: libros. Se trata de la Feria del Libro de
Sevilla que, con sus 47 expositores, conmemora, en esta edición, el V
Centenario de la Primera Vuelta al Mundo que protagonizaron Fernando de
Magallanes y Juan Sebastián Elcano, navegantes de Portugal y España que, unidos
en una aventura común, legaron para sus respectivos países la paternidad
compartida de la hazaña. Por eso, también, el país invitado de esta Feria es el
vecino Portugal, del que se presta una atención preferente a su literatura y
escritores más representativos.
Y, como siempre, los paseantes que deambulan por este
arrabal libresco, por cuyas ventanas abiertas de par en par editores, instituciones
y librerías exhiben esos objetos de culto que atraen la mirada de los bibliófilos,
buscan y encuentran el título que les despierta el interés o responde a un
deseo no satisfecho. En mi caso, me entrego al placer de ojear expositores, sin
buscar nada concreto, hasta tropezar con una joya que parecía estar aguardándome.
No hay visita a la Feria del Libro en que no me sienta seducido por un título,
una portada, una tipografía, un formato, el asunto que trata y hasta su novedad,
que me impide pasar de largo sin adquirirlo. Son hallazgos que me llenan de íntima
satisfacción. Esta vez, los Aforismos
de Fernando Pessoa, recopilados por primera vez por la editorial sevillana
Renacimiento en su Colección A la mínima, vinieron a completar y aumentar, al
mismo tiempo, mi obsesión por esta insigne figura de las letras portuguesas.
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