viernes, 26 de abril de 2019

Lluvias y claros


Tras la tempestad viene la calma, enseña el refranero, por lo que era previsible que, después de las lluvias de los últimos días, vinieran los claros que permiten que los rayos del Sol alcancen la superficie de la tierra e iluminen y templen los días, para regocijo de quienes sólo admiten como buen tiempo al soleado y seco. Cambios climáticos que corresponden con la estación primaveral, de la que el refranero también recela, advirtiéndonos de que cuando marzo mayea, mayo marcea, como ha ocurrido, pero con un febrero más propio de la primavera que del invierno. Nada permanece inalterable y, menos aun, eterno, como saben los filósofos y el hombre cabal, aquel que sola ratione ducitur*, que decía Spinoza. El mal y buen tiempo son pasajeros, como la vida y las cosas. Y aunque los claros asomen entre las nubes y nos alegren el ánimo, tarde o temprano darán paso a las inclemencias que tanto nos disgustan. Por eso, celebramos el anuncio de días azules como algo momentáneo que hay que aprovechar y disfrutar. Y, así, hasta que se pueda.   
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* Sólo se guía por la razón. Ética, IV.

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