Último día de abril, el mes primaveral cuya generosidad para
con las flores hizo que este año florecieran papeletas electorales que
cubrieron el tiesto nacional de un color rojo cual amapolas silvestres. La
fertilidad de esa planta de flor sanguínea invadió los espacios cultivados con pensamientos, de llamativos pétalos azules, que hacían del horizonte un mar que
trepaba montañas e inundaba ciudades. Ni las lluvias ni el calor, que se
alternaron para confundir a la primavera, impidieron esa encarnada floración tan
inesperada. La densidad del polen en el aire advierte a los alérgicos de la
democracia de que en mayo se producirá una nueva cosecha que hará germinar
papeletas de todos los colores, no sólo por pueblos y autonomías, sino también
en Europa, extendiendo la policromía de la diversidad por todo el continente. Un
rojizo abril que anuncia un mayo florido y hermoso.
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