De 105 escaños del Parlamento Andaluz, la derecha ocupará 59,
gracias a los 12 diputados que han resultado elegidos para representar la
ultraderecha en la región. El Partido Popular pierde siete y se queda con 26
diputados, lo que lo convierte en el virtual vencedor de estas elecciones, con
posibilidad de gobernar si consigue el apoyo de Ciudadanos -21 escaños- y de Vox
-12 diputados-. PSOE, con 33 diputados, será el gran derrotado, pasando a la
oposición por primera vez en cerca de 40 años en Andalucía.
Si las formaciones “constitucionalistas” no impiden que un
partido xenófobo, antieuropeo y abiertamente contrario al Estado Autonómico consagrado
en la Constitución sea quien lo decida,
Andalucía se embarcará por una senda del “cambio” que nadie sabe si será a
mejor o a peor, aunque sí equiparable a las veleidades que se suceden en otras
latitudes, donde han aupado al poder a populismos ultranacionalistas con capacidad
de atraer el descontento y la frustración de la gente. Si estas elecciones andaluzas
suponían un test de la política nacional, queda demostrado que España no se quedará
al margen de los “cambios” que acontecen en el mundo y se sumará a los Trump,
Salvini y Bolsonaro, por citar algunos, que surgen a nuestro alrededor sin estar
previstos ni ser deseados.
La derecha española, y la andaluza en particular, celebra poder
desalojar a los socialistas del poder aunque sea con la ayuda de una extrema
derecha que cuestiona el propio sistema constitucional que posibilita su
existencia. Tal probabilidad ha dejado de ser una mera posibilidad para materializarse
en un factor crucial de la realidad política de España, como Andalucía
acaba de evidenciar. Que ello, además, signifique un verdadero revolcón en el
Gobierno de la Junta de Andalucía, con un cambio de rumbo drástico en un
territorio de arraigado voto de izquierdas, parece un asunto de segundo nivel. El
vuelco que nadie creía posible se ha producido y las sedes nacionales de todos
los partidos están desde hoy teniéndolo en cuenta en clave, justamente,
nacional.Andalucía ha sido, en verdad, un test y ha sido sorprendente. Queda por ver si será para mejor o peor.
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