Es imposible evitar el contagio de ese falso espíritu de generosidad, empatía y solidaridad que estas fiestas estimulan, más por afán comercial que por asunción de tales valores, para no quedar como un extraño hereje antisocial ante los que nos rodean en convivencia. Tampoco se puede evitar en un medio escrito de participación colectiva, como es este blog, que atrae a seguidores de las tradiciones y a quienes las denuestan.
Por tal motivo, con unos y otros, no queda más remedio que comulgar
con la universalidad del relato “buenista” de estas fechas para desearles, si
no felicidad, sí al menos justicia e igualdad para lograrlo, en la medida de las
posibilidades de cada cual, aunque para expresar esos anhelos y actuar en
consecuencia no haga falta ninguna fiesta con sus lucecitas, pavo y mensajitos de
felicitación inútiles. Simplemente, procurarlos cada día y en cada ocasión. Esa
es, al menos, la intención de la que participa Lienzo
de Babel con este post. ¡Que seáis buenos y os traten con dignidad!.
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